Con la igualdad no se juega
«La igualdad es, ante todo, un principio asociado al nuevo modelo económico». Tal afirmación la ofreció ayer, de entrante, la profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Granada Ana Rubio Castro en las II jornadas formativas Construyendo en Igualdad. Unas jornadas dirigidas al profesorado de los centros sostenidos con fondos públicos y al personal del Instituto Andaluz de la Mujer, y con las que se pretenden dar respuesta a las necesidades formativas de quienes favorecen la creación de espacios más igualitarios.
Rubio Castro fecha el nacimiento del modelo económico a mediados de la década de los 90, «cuando los cerebros se convierten en la nueva materia prima, y los seres humanos pasan a ser considerados elementos de riqueza». Es en ese contexto cuando los estados se conciencian de que no pueden despreciar al 50% de los cerebros de la población. «La mujer no puede ser desperdiciada, devaluada, y de ahí el interés por la igualdad de género». Así de crudo, así de frío.
«Son los estados quienes asumen ese liderazgo de transformación social, y por eso tenemos esa sensación de que todo nos viene impuesto desde arriba».
Se inició así, según la docente, el camino hacia la igualdad entre hombres y mujeres. Un camino prolongado cuyo fin aún no se atisba y que exige a sus viandantes la creación de leyes, de políticas públicas activas, y de medidas preventivas para detectar la discriminación.
En esto último, el sistema educativo tiene un papel extraordinario: «Hay que enseñar a los niños a usar sus derechos, a que se crean que son sujetos con derechos, a que se reconozcan como seres humanos todos los niños y niñas de distintas nacionalidades que estudian en las escuelas. Deben aprender cómo actúa la discriminación, deben aprender a detectar la violencia, y hay que enseñarles recursos para enfrentarse a ella».
En la consecución de esos objetivos ha trabajado intensamente María Aránzazu Núñez, docente y ahora asesora del Centro de Profesorado de Cádiz. Esta profesional de la enseñanza coordinó durante los cursos 2005/06 y 2006/07 el Plan de Igualdad entre Hombres y Mujeres en Educación (de la Consejería de Educación) en el colegio Santiago El Mayor, de Medina Sidonia. La experiencia fue gratificante a la vez que dura, «porque la coeducación es un tema que cuesta debido al peso que ejerce la tradición. La sociedad está tomando conciencia ahora sobre este asunto y en los colegios se vienen realizando muchas iniciativas encauzadas a la coeducación. Pero en las escuelas no podemos avanzar mucho más porque los pequeños, en sus casas, se topan con las opiniones, las actitudes y las costumbres ancladas en el pasado de sus mayores. No obstante, lo importante es que se está haciendo ya un esfuerzo y que el camino es el acertado», agrega optimista.
Núñez se valió en numerosas ocasiones del juego para enseñar a sus alumnos que con la igualdad no se juega. En una ocasión desarrolló una gymkana que consistía en realizar labores domésticas. «Con motivo de esta prueba, un alumno me dijo que él le hacía las camas a su madre. ¿Cuántas camas tiene tu madre?, le pregunté. Y fue entonces cuando cayó en la cuenta de que las camas que hace son las de sus hermanos y la suya».
La profesora María José Iglesia, del colegio gaditano Fermín Salvochea, también ha coordinado el Plan de Igualdad en su centro, y no duda en afirmar que aún queda mucho camino por andar para celebrar una igualdad efectiva entre ambos sexos. «Las labores domésticas, por ejemplo, la siguen asumiendo en su mayoría las mujeres, como constaté tras realizar una encuesta entre los progenitores de mi alumnado».
Eso sí, reconoce que los profesores también deben avanzar por ese sendero de la igualdad: «Yo tengo 43 años y he vivido entre estereotipos machistas. Los he mamado y no es fácil desprenderse de ellos». Por eso, considera fundamental que en las aulas de Infantil se trabaje ya el concepto de igualdad. «Cuanto antes se empiece, mejor irá».
Descargar