EgiptoCancer El hallazgo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en la región egipcia de Asuán, del caso del cáncer de mama más antiguo que se conoce demuestra la igualdad ante la enfermedad de las clases sociales en el antiguo Egipto y la apenas variación de las características de este tumor en 4.000 años.
Han sido investigadores de las universidades españolas de Granada y Jaén (sur) los responsables de este hallazgo, que ha sido posible tras el descubrimiento del esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, perteneciente a la clase dirigente de la antigua ciudad de Elefantina, que murió por esta enfermedad en torno al 2.200 a.C.
El cuerpo momificado de esta mujer, de 1,62 metros de altura, estaba en un ataúd comido por las termitas dentro de una tumba excavada en la roca en una zona donde solo se enterraba a la clase dirigente del lugar, que en esa época y en aquella ciudad estaría conformada por no más de 150 personas de cuatro o cinco o familias.
Así lo explicó hoy en rueda de prensa el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén Alejandro Jiménez, director de este proyecto que suma siete años de excavaciones (el último de investigación).
El análisis de los huesos evidencia que la mujer estaba afectada por metástasis, que sufría además una importante osteoporosis y que permaneció en cama durante más de uno o dos años.
Por ello tuvo que contar con la continua ayuda de un grupo humano para sobrellevar su incapacidad debido a la enfermedad, según el director del laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella, que extrae de este dato otra conclusión sociológica.
«La gente vivía mal, en el límite de la supervivencia, pero ante la enfermedad, su grupo humano los ayudaban hasta que morían», explica Botella sobre la sociedad de una época y un espacio, el antiguo Egipto, en el que la supervivencia «era la misma en unos que en otros», con independencia de la clase social a la que pertenecieran.
Y esto último era así porque la contaminación del agua del Nilo era el origen de muchas de las enfermedades de la época, fundamentalmente infecciosas, como la brucelosis o la fiebre de Malta, además de tumores y otras degenerativas como la artrosis.
De hecho, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los cinco años, según Botella, que para reforzar la idea de que no por pertenecer a la clase social alta se vivía más, aludió a casos como el del faraón Tutankamón, que murió a los 19 años, o al de otros conocidos gobernadores que no superaron los 25 años.
Todo esto evidencia que los habitantes del antiguo Egipto vivían «mucho peor» de lo que podrían indicar sus grandes monumentos.
El hallazgo también pone de manifiesto que las características del cáncer de mama son «exactamente las mismas» que las que presenta la población actual afectada por este tumor.
«En los últimos 4.000 años esta enfermedad ha cambiado muy poco», según Botella, uno de los antropólogos de este proyecto arqueológico multidisciplinar llevado a cabo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa que, en opinión de su director, de la que solo se ha desvelado «la punta del iceberg».
Hasta ahora, la noticia más antigua de cáncer de mama databa del año 1.600 a.C. (600 años después del hallado en esta excavación) y aparecía descrita en el conocido Papiro Smith -un documento médico de la Dinastía XVIII de Egipto (del 1550 a 1.295 a.C.)-, pero no se disponía de la evidencia. (EFE)
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