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Los puntos de conflicto que pueden generar responsabilidad al hacer AF

– Los puntos de conflicto que pueden generar responsabilidad al hacer AF
El Método Dáder para el seguimiento del tratamiento farmacológico fue diseñado por el Grupo de Investigación en Atención Farmacéutica de la Universidad de Granada allá por el año 1999.

Mucho ha llovido desde entonces y la puesta en práctica de este método, que es el más utilizado y aceptado por los farmacéuticos españoles, plantea una serie de problemas o puntos de conflicto que pueden comprometer desde el punto legal la actuación del boticario. En total, en cada una de las etapas de las que consta el Dáder, se pueden dar hasta doce puntos de conflicto, según Esther Hernández, farmacéutica que trabaja en Alicante en la Consejería de Salud, quien ha analizado en su tesis Aproximación del régimen jurídico de la AF los problemas de responsabilidad que genera la aplicación del Dáder, siempre con un espíritu constructivo y con la intención de reforzar la metodología y abrir nuevas líneas de investigación. Hay que decir que esta tesis es la primera que sale de los cursos de doctorado, impulsados por la Facultad de Farmacia de Granada y el COF de Murcia.

Desde el principio

Así, en el trabajo, ganador en la categoría de Tesis, del IV Premio de AF promovido por CF y Casen Fleet, se habla de conflictos que surgen ya desde las primeras etapas del método. Algunos están relacionados con el consentimiento informado, ya que la oferta del servicio al paciente obliga a tener un consentimiento informado del paciente, por lo que, a juicio de Hernández, este método debería disponer de un documento de consentimiento similar a los emitidos por otros profesionales sanitarios. Otros se derivan de la información obtenida del paciente, es decir, a veces ésta se obtiene no del enfermo sino de su cuidador, por lo que el Dáder debería establecer y definir el concepto de representación que determine las pautas de actuación del farmacéutico, con el fin de evitar la responsabilidad derivada del principio de intimidad personal. Según Hernández, también pueden surgir problemas al producirse una fractura de la historia clínica.

Según el Dáder, el estado de situación del paciente se define como la relación entre sus problemas de salud y los medicamentos en un momento dado. Pues bien, en este punto el conflicto radica en si ese problema de salud está o no diagnosticado, y no siempre hay un diagnóstico médico documentado, según ha comprobado Hernández. Bien es cierto -matiza- que esto ocurre porque el problema de salud es una patología menor y no se suele ir al médico o porque se trata de una enfermedad crónica diagnosticada hace mucho tiempo. En cualquier caso, advierte de que es necesario disponer del diagnóstico, ya que cualquier actuación sin el mismo conduce a una ilegitimidad de facto del seguimiento. A esto hay que añadir que, en cuanto al control o no de dichos problemas, salvo que existan parámetros analíticos, queda a criterio subjetivo del farmacéutico determinar si están controlados tras la conversación con el paciente. De no existir esa documentación objetiva -continúa- el seguimiento es inadecuado y genera responsabilidad.

Más conflictos: esta farmacéutica considera que las fuentes de medicamentos consultadas generan dudas sobre las herramientas que están utilizando los farmacéuticos para realizar seguimiento. En este sentido, destaca la ficha técnica como una de las fuentes iniciales que se deben consultar porque es la información más completa del fármaco; ahora bien, matiza que la información al paciente no puede nunca ampliarse con los datos de la ficha técnica, pues puede generar responsabilidad directa del informador.

Soluciones

Hernández explica que algunos de estos problemas, como el deber de documentación e información clínica, se están subsanando gracias al DadérWeb y a la publicación de la tercera edición de la Guía de Seguimiento Farmacoterapéutico que muy pronto verán la luz.
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