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Anticoagulados: un plan educativo debe idearse marcando prioriades

– Un trabajo de dos farmacéuticas de gijón y la coruña constata el gran desconocimiento de estos pacientes sobre aspectos básicos de su patología.

Anticoagulados: un plan educativo debe idearse marcando prioriades
El conocimiento de los pacientes anticoagulados sobre su terapia es escaso, a pesar de recibir la información necesaria al inicio del tratamiento. Aunque la mayoría conoce por qué y para qué se le han prescrito los medicamentos, la mayoría no sabe aspectos tan importantes para el buen control de su enfermedad, como, por ejemplo, qué otros fármacos no debe tomar para evitar interacciones o con qué alimentos tiene que tener especial cuidado. Por eso, es conveniente que desde la farmacia se resuelva este problema, implementando programas de educación sanitaria adecuados a las necesidades de cada paciente y también a las posibilidades de cada botica. Ésta es la propuesta de Rocío Cabal y María del Carmen García, farmacéuticas comunitarias de Gijón y La Coruña, autoras de un trabajo fin de máster de atención farmacéutica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, cuyo objetivo es saber realmente qué saben sobre su tratamiento y patología los enfermos anticoagulados y cómo ayudarles a mejorar esos conocimientos.

El trabajo, que se realizó con 45 pacientes que acudieron a la farmacia solicitando un anticoagulante, concluye que un 46 por ciento de los pacientes desconocía qué medicamentos podía tomar si sufriera un proceso catarral y que no interfirieran con su tratamiento; un 77 por ciento tampoco lo sabía en el caso de tener un proceso inflamatorio, y un 73 y un 83 por ciento, si el problema añadido fuera diarrea o estreñimiento.

FOLLETOS O SESIONES

Para las autoras, esto es realmente preocupante, puesto que se trata de afecciones muy comunes y la mayoría susceptibles de automedicación. Por eso, hay que actuar -afirma Rocío Cabaly se puede hacer de dos formas, realizando sesiones individualizadas, si la farmacia tiene medios y personal suficiente, o diseñando sencillos folletos informativos para repartir a los enfermos siempre acompañados de una información oral.

Pero, ¿por dónde empezar? Tanto si se opta por una opción o por otra, Cabal recomienda empezar a construir la casa por los cimientos, lo que significa fijarse prioridades en los objetivos que se quieren conseguir. No podemos pretender que el enfermo sepa todo sobre la etiopatogenia de la enfermedad y los mecanismos de acción de los fármacos, sobre todo porque estos pacientes son fundamentalmente personas mayores, con algún deterioro cognitivo o con problemas de alfabetización.

Por ello, un plan de educación sanitaria será efectivo si se consigue un mínimo de objetivos, como que el paciente sea capaz de nombrar el medicamento que toma (por su nombre comercial o principio activo), sepa identificar los comprimidos y conozca cuál es su mecanismo de acción, con qué medicamentos pueden interactuar los fármacos que toma, qué hábitos alimenticios debe seguir, qué hacer en caso de hemorragia, y, algo fundamental que influye directamente en el buen control de la enfermedad, y es cómo interpretar correctamente el INR (el valor que se utiliza para determinar la coagulación de la sangre y que se conoce mediante punción venosa o métodos basados en el uso de sangre capilar).

Sin hacer exámenes

Una vez fijadas las prioridades, si finalmente el farmacéutico opta por las sesiones individualizadas, Cabal comenta que la idea es establecer un programa de visitas sin agobiar al paciente, por lo que se podría concertar como máximo tres. La primera servirá para informar sobre el tratamiento, interacciones y estilo de vida, entre otros aspectos (ver cuadro adjunto). En la segunda visita -que podría marcarse a los dos meses o haciéndola coincidir con el momento en el que el paciente tenga que hacerse las pruebas de INR para comentar los resultados con él- se puede hacer un pequeño test sobre lo ya explicado, pero sin parecer que le estamos examinando porque podemos provocar nerviosismo o rechazo. Además, se le pedirá que nos explique los resultados de INR. Para la farmacéutica asturiana éste sería un buen momento para corregir errores. La última sesión tendrá como objetivo hacer un repaso de lo aprendido e invitar al enfermo a que pregunte sus dudas.

Ya sólo quedaría ver al enfermo una vez al año para preguntarle cómo le va el tratamiento y si ha tenido algún problema de salud, indica.

Si el farmacéutico prefiere diseñar folletos informativos dirigidos a los anticoagulados debe tener en cuenta que el hecho de entregar el tríptico no significa que lo vayan a leer. Por eso, sugiere que compruebe que el paciente lo hace, bien llamándole por teléfono a los pocos días y preguntarle si ha tenido alguna duda, o proponiéndole que sea él mismo quien llame. Estos folletos deben ser sencillos y atractivos, por lo que se puede incorporar alguna ilustración, y sería suficiente con que recogiera información sobre el IRN, las interacciones y los hábitos alimenticios.

Para enseñar también hay que aprender

Aspectos básicos para implementar un plan educativo dirigido a pacientes anticoagulados.

Información que debería incluirse en un programa educativo:

1. Base fisiológica y formación de trombos.

2. Causas del tratamiento anticoagulante.

3. Farmacología básica de los anticoagulantes.

4. Factores que afectan al tratamiento:

Dieta.

Medicamentos.

Estilo de vida.

Otros problemas de salud.

5. Signos de hemorragia y trombosis y cómo actuar.

6. Medicamentos anticoagulantes:

Dosis.

Cómo actuar en caso de olvido de dosis.

Necesidades de realizar controles rutinarios.

7. Cumplimiento del tratamiento.

Qué se debe conseguir con un programa educativo

Una vez finalizado el proceso educativo el paciente debe ser capaz de:

1) Establecer la causa por la que toma anticoagulantes y su relación con la formación de trombos.

2) Nombrar el medicamento que toma y su principio activo.

3) Conocer cómo funciona.

4) Explicar la necesidad de extracciones de sangre y el rango apropiado de INR para su tratamiento.

5) Explicar la importancia de la adherencia y la monitorización y el seguimiento.

6) Describir los signos de hemorragia.

7) Exponer en líneas generales las medidas preventivas para disminuir la incidencia de traumatismos y hemorragias.

8) Identificar el uso de alimentos, medicamentos y alcohol que puede interferir con el tratamiento.

9) En el caso de las mujeres, explicar la importancia de no quedarse embarazada y la necesidad de empleo de métodos anticonceptivos.

10) Comunicar con precisión y honestidad sobre los cambios en el estilo de vida, alimentación, ingesta de alcohol o enfermedades.

11) El paciente debe informar sobre su tratamiento al acudir al dentista, al ser hospitalizado o cuando precise cirugía.

12) Establecer qué hacer en caso de emergencia.

13) Identificar los comprimidos por su color o marcas impresas.
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