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Cataluña, zona de desembarco del hachís que sale desde Marruecos

Cataluña, zona de desembarco del hachís que sale desde Marruecos

España, con su extensiva costa, es el principal punto de entrada para el cannabis marroquí, del que se produce el hachís, y las costas de Catalunya se han convertido en los últimos meses en puerta principal de esta droga que sale desde Marruecos a bordo de lanchas rápidas para luego ser distribuido por todo el mercado europeo. Ha quedado constatado después de que agentes del Cuerpo Nacional de Policía consiguieran arrestar a Mohamed Nassiri, uno de los principales traficantes de esta droga que desde su país de residencia, Holanda, dirigía una gigantesca para hacer llegar fardos de cannabis a todo el continente. Las costas al sur de Catalunya era uno de sus enclaves, donde arribaban enormes cantidades de hachís.

Esta situación dejaría de ser así si las autoridades alauíes destinadas a combatir contra el tráfico del hachís no encontraran en él un negocio lucrativo mediante el que se enriquecen rápido y fácilmente.

La impunidad con la que se mueven las grandes mafias de la droga por Marruecos queda patente en toda la zona norte del país. Cuando la mercancía no cruza a España por el puerto de Tánger escondida en camiones de transportistas o en los maleteros de los vehículos particulares, lo hace desde las costas de Nador, en potentes lanchas que custodian los ciudadanos del entorno y la policía. Un lucrativo negocio que ha puesto entre rejas a agentes de la gendarmería, la Marina y las Fuerzas Auxiliares, pero no por ello los responsables encargados de combatir contra el tráfico de drogas dejarán de corromperse. Enriquecerse es rápido y relativamente fácil. Un joven traficante español aseguró que “hay que pagar unos 10.000 dirhams (unos mil euros)” para franquear un puesto de control de la gendarmería marroquí con dos toneladas de hachís. Aquellos que no ceden al soborno son denunciados inmediatamente a la policía y suelen purgar hasta cinco años de cárcel.

Que las autoridades alauíes sean cómplices del vaivén de alijos de hachís a lo largo y ancho del mediterráneo se ha convertido en un secreto a voces, y pocos se atreven a denunciarlo. El único que dio ese paso fue Chakib Al Jayari, presidente de la Asociación Rif de Derechos Humanos y adalid de la lucha antidroga, encarcelado desde hace cuatro meses por “atentar contra las instituciones.” Al Jayari censuró la impunidad con la que trabajan las redes de narcotráfico con destino a Europa, principalmente a España.

Hachís tolerado

La zona de Ketama, en la cordillera del Rif, se conoce históricamente por ser uno de los lugares claves del cultivo del cannabis tolerado por las autoridades marroquíes aunque sea ilegal. Familias enteras, principalmente agrícolas, sobreviven cultivando esta planta de la que se extrae el kif y el hachís. Según un estudio de antropología económica sobre el mercado del hachís realizado por un equipo de investigadores de la universidad de Granada, la droga, junto con la inmigración y el contrabando es el único “sostén” de la economía de las provincias del Rif “donde más de 75.000 campesinos viven del cultivo de cáñamo para producir resina”, y aún así ningún agricultor se hace rico. Los campesinos sólo sacan 50 dirhams (unos cinco euros) por kilo, mientras que el intermediario, quien hacer llegar los fardos de hachís al consumidor europeo, puede ganar hasta diez veces más. “El estado marroquí es hipócrita, y no tiene voluntad de acabar con ello”, critica un investigador de la Universidad de Agdal en Rabat para quien la solución del narcotráfico pasa por que el Estado compre a los agricultores toda la producción y el hachís sea destinado a la industria farmacéutica o la del papel. “Es la única manera de terminar con los capos, y la corrupción”, manifiesta.
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