Nadie se casa pensando en que terminará divorciándose. En cambio, hay matrimonios que parecen destinados al fracaso. Es el caso de los denominados en Reino Unido ’Starter Marriage’ -’matrimonios de arranque’’ en su traducción al castellano- aquellos caracterizados por la juventud de sus contrayentes y que no suelen acabar demasiado bien. «Quien se casa antes de la media de su generación se divorcia antes». Las causas pueden variar. Desde problemas económicos, a diferencias educativas o incluso embarazos previos al enlace.
La valoración social del matrimonio en España es muy alta y, aunque la gente cada vez lo retrasa más, básicamente por la situación económica actual, siempre hay quien se lanza a la aventura de la vida conyugal a una edad temprana. No obstante, casarse joven conlleva sus riesgos. «Quien se casa antes de la media de su generación se divorcia antes», asegura el sociólogo de la Universidad de Granada, Diego Becerril.
Las diferencias educativas, los ingresos y, a veces, el embarazo previo al matrimonio son motivos de peso para hacer naufragar a las parejas jóvenes, comenta Becerril. En España en 2008 hubo 110.00 divorcios, de ellos 6.000 fueron de personas menores de 29 años.
Algunos expertos señalan que el divorcio previo de los padres puede influir en la decisión de los jóvenes de casarse pronto. Becerril explica porque «quien ve que el divorcio no es una catástrofe, afronta la decisión del matrimonio con menos traumas que en otros casos».
El modelo social es el que se ve en los medios de comunicación, sostiene el sociólogo. A diario llegan noticias de modelos, actores o cantantes que inician y rompen relaciones con facilidad. Un conocido ejemplo, el matrimonio entre el torero Cayetano Rivera y la modelo Blanca Romero, que duró solo tres años. Se casaron con 24 y 23 años respectivamente.
Otro ejemplo de matrimonio joven y fallido es el que formaron durante tres años, el motorista Fonsi Nieto y la modelo Ariadne Artiles. Se casaron y separaron igualmente antes de los 30 años.
Estas rupturas son una «cuestión de dinámica social, donde todo se consume», argumenta Becerril para añadir que, «pasado un tiempo todo es caduco, la ropa, la música… y la pareja termina convirtiéndose en un objeto de consumo en el mundo de la farándula» en el que se miran los jóvenes.