Planchar puede ser divertido ycientíficamente interesanteEntre las numerosas anécdotas para nuestra exquisita molécula atribuidas a Einstein podemos acuosa. Si sumamos ambas cau- rememorar la ocurrida en 1919 sas, a saber, la presión y la faena cuando fue invitado por el inglés del agua, por ejemplo, hacinando lord Haldane a compartir una ve- la ropa en la lavadora o en el ces- lada con diferentes personalida- to antes de tenderla, los efectos des. Entre éstas había un aristó- son espectaculares si buenas crata muy interesado en los tra- arrugas andamos buscando. bajos del eminente físico. Recor- Así que a grandes males en for- demos que sus teorías habían re- ma de arrugas, grandes remedios volucionado a la física clásica, o grandes martillazos, por aque- aunque aún no había sido reco- llo de la presión, y calor. El calor nocido con el Nobel, que obten- es necesario ahora porque las fi- dría en 1921. Tras una larga con- bras se comportan como un sóli- versación, el aristócrata inglés do hasta determinada temperatu- explicó a Einstein que había per- ra, si ésta se supera se reblande- dido recientemente a su mayor- cen y son moldeables. Las mol- domo y que aún no había encon- deamos estiradas sobre la tabla, trado un sustituto. “La raya del un invento de Sarah Boone en pantalón la he tenido que hacer 1892, ejerciendo presión con una yo mismo, y el planchado me ha plancha caliente. También puede costado casi dos horas. A lo que volver a aliarse con nosotros Einstein comentó: “Me lo va a nuestra molécula de agua, aun- decir a mí. ¿Ve usted estas arru- que debemos de mantener la pre- sión, pues el vapor de agua por sí solo no desarruga, más bien todo lo contrario, y adiós arrugas. Cla- ro que para ello debemos contarEinstein consiguió las Hay que mirar las arrugas de su pantalón etiquetas de la ropa para por presión sobre los buscar la temperatura pliegues azarosamente idónea del planchadoMaría Ángeles Sánchez Guadixy Francisco Gonzalez Garcíagas de mi pantalón? ¡Pues he tar-dado casi cinco años en conse-guirlas!”.Esta alusión al tema del plan-chado nos lleva a plantearnos,piénsenlo la próxima vez que es-tén enfrascados en tal tarea do-méstica, cómo conseguimos estasarrugas y sobre todo, cómodeshacernos de ellas. No negaránque ganas no faltan de retrocederen el tiempo y planchar cual ro-mana a martillazos.Vamos a dar la respuesta, denuevo, de mano de la ciencia.Está claro que Einstein, comocualquiera de nosotros, consiguiólas arrugas de su pantalón porpresión sobre los pliegues queformaron azarosamente al sen-tarse y todo porque los hilos de latela se extendieron alrededor dedichos pliegues, aumentó el de-sorden entrópico y las fibras tex-tiles se doblaron demasiado sinpoder volver a su forma originaldespués de que cediera la pre-sión.Menos claro, pero más apasio-nante desde el punto de vista quí-11. Cuadro de Edgar Degas ‘Las planchadoras’. 2. Una pila de ropa ya planchada. 3. Un par de viejos modelos deplanchas. 4. Etiquetado que figura en la ropa con la información y advertencias sobre el lavado y el planchado.23mico, es por qué se arrugan las te-las con el lavado. Ahora la “culpa-ble y/o responsable” es la molé-cula de agua y su naturaleza po-lar (sí, esa misma naturaleza queafortunadamente le permite serlíquida a temperatura ambiente).4Pues bien, nuestra culpable se in-troduce entre las fibras, macro-moléculas formadas por polime-rización, y al tener un polo positi-vo y otro negativo es capaz de re-ordenar la fibra, eso sí sutilmen-te, por atracciones y repulsionesentre los átomos que forman di-chas macromoléculas. La sutilezano es tanta en el caso de fibras na-turales, pues pueden alojar másagua y por tanto más atraccionesy repulsiones. Las sintéticas, encambio, son peores huéspedescon la temperatura adecuada, lajusta para que se reblandezca sinquemarse, pues en tal caso elgran remedio termina en grantragedia. Un buen consejo: hayque mirar las etiquetas de la ropa,precisamente esa en la que apare-ce una plancha con puntitos, pa-ra buscar la temperatura idóneade planchado.Posiblemente miremos ahoranuestro arsenal de ropa por plan-char con otros ojos y seamos com-prensivos con sus arrugas. Puedeincluso que estemos pensando enbatir el record Guinness de algomás de 75 horas planchando opracticar algunas modalidadesde un nuevo deporte de moda, elplanchado extremo. Pero tam-bién habrá quien a partir de aho-ra, y en aras de dicha compren-sión, respete a las bellas arrugas,no porque así lo dijera el diseña-dor, sino por emular a su admira-do Einstein. Ya ven que la cienciaestá también entre las telas, susarrugas y sus “desarrugaduras”.De cualquier forma,
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