61658 as conclusiones del estudio –publicadas en el prestigioso Journal of Sexual Medicine– subrayaban que, ya sean de consumo legal o no, dichas sustancias estimulantes suelen tener un efecto negativo sobre el sexo de quienes las consumen. La importancia de dicho planteamiento reside en que, si bien hasta el momento contábamos con una amplia bibliografía en torno a la repercusión del uso y abuso de drogas sobre el plano cognitivo, mental y físico; no se había ahondado en su incidencia en la sexualidad.
¿Cuántas veces no habremos sido testigos de la frustración experimentada por alguien incapaz de iniciar un contacto con otra persona de forma natural? La timidez, la falta de habilidades sociales u otros factores de tipo psicoemocional pueden convertirse en una auténtica barrera a la hora de acercarse a otras personas. El papel capital que la dimensión mental juega en nuestra percepción de la sexualidad hace que, ante una situación de este tipo, tendamos a buscar una esfera de protección que mejore nuestro nivel de confianza. En nuestra cultura, dicho rol ha estado tradicionalmente ligado a sustancias legales como el alcohol o el tabaco. La permisividad de las autoridades en torno al consumo de las mismas ha contribuido a la promoción de una serie de clichés que han hecho de ellas un sinónimo de sensualidad, desinhibición y éxito. Beberse una copa o fumarse un cigarro han llegado a consolidarse como un particular afrodisíaco. A este peligroso carro se han ido sumado otras drogas no legalizadas como el cannabis, la heroína, la cocaína o el LSD. Olvidar las tensiones, soltar lastre y dejarse llevar parecen ser las consignas al elegir mezclar sexo y sustancias estimulantes.
Si la heroína suele provocar falta de deseo sexual, la cocaína tiende a alterar la capacidad de erección.
El riesgo estriba en la «cara b» de las mismas. Pablo Vallejo, uno de los co-autores del estudio mencionado anteriormente, subraya los efectos secundarios que dicho consumo –ya sea ocasional o continuado- puede provocar en el rendimiento sexual del hombre. La disfunción eréctil es uno de los más graves y frecuentes. Paradójicamente, al pretender aumentar su nivel de placer, el drogodependiente se encamina sin remedio cara a la impotencia. Una buena parte de las drogas más habituales actúan como depresores. En un primer momento sirven para potenciar una cierta sensación de bienestar y desinhibición. Sin embargo, a dicho clímax le sucede un descenso a los infiernos de intensidad variable. Si la heroína suele provocar falta de deseo sexual, la cocaína tiende a alterar la capacidad de erección (ya sea por su ausencia, en cuyo caso hablaremos de disfunción eréctil, o por su prolongación anormal o priapismo). Por su parte, las anfetaminas pueden desencadenar desde problemas eyaculatorios a baja libido o anorgasmia. No por contar con una mayor aceptación social son menores las consecuencias de la ingestión de alcohol antes del sexo. Su consumo habitual provocaría, además, un descenso en los niveles de testosterona, hormona que regula los procesos sexuales en el organismo masculino.
Pero el problema se agrava cuando el hombre convierte las drogas en un sustituto de la estimulación sexual que desencadena el deseo y sus distintas fases. Las estadísticas muestran que hasta un 70% de los drogodependientes recurren a sustancias estimulantes para poder mantener relaciones sexuales de modo satisfactorio. En un patrón de conducta comparable al de estímulo-respuesta descrito por Pavlov, el varón asocia drogas y placer. Ante la ausencia de las mismas termina siendo incapaz de disfrutar del sexo. Es entonces cuando surge de nuevo el fantasma de las disfunciones sexuales. Y es que la impotencia y la eyaculación precoz acechan al drogodependiente desde muy diversos flancos.
Descargar
La presente política de cookies tiene por finalidad informarle de manera clara y precisa sobre las cookies que se utilizan en la página web de la Universidad de Granada.
¿Qué son las cookies?
Una cookie es un pequeño fragmento de texto que los sitios web que visita envían al navegador y que permite que el sitio web recuerde información sobre su visita, como su idioma preferido y otras opciones, con el fin de facilitar su próxima visita y hacer que el sitio le resulte más útil. Las cookies desempeñan un papel muy importante y contribuyen a tener una mejor experiencia de navegación para el usuario.
Tipos de cookies
Según quién sea la entidad que gestione el dominio desde dónde se envían las cookies y se traten los datos que se obtengan, se pueden distinguir dos tipos: cookies propias y cookies de terceros.
Existe también una segunda clasificación según el plazo de tiempo que permanecen almacenadas en el navegador del cliente, pudiendo tratarse de cookies de sesión o cookies persistentes.
Por último, existe otra clasificación con cinco tipos de cookies según la finalidad para la que se traten los datos obtenidos: cookies técnicas, cookies de personalización, cookies de análisis, cookies publicitarias y cookies de publicidad comportamental.
Para más información a este respecto puede consultar la Guía sobre el uso de las cookies de la Agencia Española de Protección de Datos.
Cookies utilizadas en la web
A continuación se identifican las cookies que están siendo utilizadas en este portal así como su tipología y función.
La página web de la Universidad de Granada utiliza Google Analytics, un servicio de analítica web desarrollada por Google, que permite la medición y análisis de la navegación en las páginas web. En su navegador podrá observar cookies de este servicio. Según la tipología anterior se trata de cookies propias, de sesión y de análisis.
A través de la analítica web se obtiene información relativa al número de usuarios que acceden a la web, el número de páginas vistas, la frecuencia y repetición de las visitas, su duración, el navegador utilizado, el operador que presta el servicio, el idioma, el terminal que utiliza y la ciudad a la que está asignada su dirección IP. Información que posibilita un mejor y más apropiado servicio por parte de este portal.
Para garantizar el anonimato, Google convertirá su información en anónima truncando la dirección IP antes de almacenarla, de forma que Google Analytics no se usa para localizar o recabar información personal identificable de los visitantes del sitio. Google solo podrá enviar la información recabada por Google Analytics a terceros cuanto esté legalmente obligado a ello. Con arreglo a las condiciones de prestación del servicio de Google Analytics, Google no asociará su dirección IP a ningún otro dato conservado por Google.
Por último, se descarga una cookie denominada cookie_agreed, propia, de tipo técnico y de sesión. Gestiona el consentimiento del usuario para el uso de las cookies en la página web. El objetivo es recordar aquellos usuarios que las han aceptado y aquellos que no, de modo que a los primeros no se les muestre información en la parte inferior de la página al respecto.
Cómo modificar la configuración de las cookies
Usted puede restringir, bloquear o borrar las cookies de la Universidad de Granada o cualquier otra página web, utilizando su navegador. En cada navegador la operativa es diferente, la función de 'Ayuda" le mostrará cómo hacerlo.