75335 El flamenco siempre ha estado marcado por un gran halo de misticismo, no ya por la temática religiosa de algunas de sus letras, que también, sino porque algunos términos como el «duende» son intangibles e imposibles de medir. Pero eso pude cambiar al conocerse el estudio realizado por la Universidad de Granada la (UGR), en el que han logrado medir, de forma objetiva, «el duende».
¿Cómo se consigue medir este rasgo, tan buscado, por los artistas flamencos? Según los investigadores involucrados en dicho proyecto, se ha concluido que la mejor forma de hacerlo es midiendo los cambios de temperatura que sufre el cuerpo al ver e interpretar este arte.
Para ello, dispusieron de diez bailaoras profesionales, formadas todas ellas en el Conservatorio Profesional de Danza de Granada. Estas fueron sometidas a diferentes pruebas, en las que se controló la temperatura de su cuerpo, tanto en reposo como bailando, también se les midió el cambio térmico mientras veían vídeos de otras bailaoras bailando. Todas las mediciones de temperatura fueron realizadas con un térmografo de máxima calidad.
Las conclusiones que han logrado sacar tras analizar los datos son que, al interpretar o visionar flamenco, en el cuerpo se sufre un cambio térmico tanto en la nariz como en los glúteos. Concretamente, lo que sucede es que desciende la temperatura entre, 1 y 2,1 ºC, algo que se conoce como «estrés empático». Pero, ¿esto qué es? El estrés empático surge, principalmente, cuando el observador y el individuo estresado son compañeros en una relación y la situación es observada directamente a través de un espejo unidireccional, vamos, en resumidas cuentas, es cuando sufrimos por alguien que sufre y por el cual sentimos afecto.
Por lo que, tras estas conclusiones científicas, tal vez se pueda decir que eso del «flamenco hay que sentirlo», no es ningún vacile. Por otro lado, más allá de estas mediciones objetivas, dejaré la opinión de lo que para mí siempre ha sido «el duende»; ni más ni menos una buena interpretación con un estilo propio, vamos, lo que normalmente, en cualquier otro estilo de música, es ser un buen músico, pero en el flamenco, que como dicen algunos, «es otro mundo».