Los adolescentes, resignados a la existencia del acoso escolar
Un estudio efectuado por la Universidad de Granada señala que los adolescentes se muestran resignados ante el bullying o maltrato escolar entre iguales, al tiempo que describen al acosador con características positivas, al contrario que al acosado.
La investigación, llevada a cabo en la tesis doctoral de la profesora María Jesús Caurcel Cara, del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, se realizó mediante encuestas a 1.237 niños de 11 a 16 años de Granada y Braga (Portugal). El objetivo del estudio era conocer la representación que los adolescentes hacen del maltrato escolar, y en él se comprobó que los estudiantes presentan una actitud de resignación ante el bullying. Esto implica ciertas dificultades para su erradicación en los centros educativos, en los que son necesarios programas educativos para mostrar a los alumnos la necesidad de terminar con estos actos.
La investigación constató que, en los centros escolares, un 7,3% de los alumnos son víctimas, un 8,5% agresores y un 84,1% tienen un comportamiento pasivo y ejercen de espectadores. Según Caurcel, «el maltrato se considera algo natural y goza de cierta aprobación social, quedando desprotegida la víctima».
Por sexo y edad
Los alumnos entrevistados describieron a la víctima como «una persona pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales desagradables de ansiedad, depresión e inseguridad», mientras que al agresor le ven como «una persona fuerte, valiente, extrovertida y con confianza en sí mismo», lo que refuerza su estatus en el grupo y hace que se inhiban las motivaciones para acabar con los abusos.
Sin embargo, las chicas son las que más condenan los abusos, rechazando este tipo de situaciones y mostrando más empatía hacia la víctima, mientras que los chicos opinan que la persona maltratada «debería sentirse culpable y avergonzada». El mayor rechazo contra los agresores se acentúa según aumenta la edad de los niños.
La tesis también señala factores de riesgo y protección que pueden servir como punto de partida para que en los centros escolares se tomen medidas contra el maltrato escolar entre iguales. También puede ayudar a establecer los distintos aspectos a trabajar en los programas de intervención directa cuando se da este tipo de casos.
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