76461 Un estudio conjunto de investigadores de las universidades de Granada y Córdoba, financiado por la Fundación Biodiversidad, ha logrado determinar que la disminución de la presencia de nieve en las cotas más elevadas del Parque Nacional de Sierra Nevada, que ha conllevado efectos importantes en el ecosistema, está más asociada a la forma y frecuencia en la que nieva que en la evolución de temperaturas hacia valores más extremos.
Un equipo de investigadores del Instituto Interuniversitario de Investigación del Sistema Tierra en Andalucía, dirigido por la profesora de la Universidad de Córdoba e investigadora del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3 María José Polo, ha evaluado recientemente el impacto del cambio global sobre la nieve y la hidrología de alta montaña del Parque Nacional de Sierra Nevada.
Para ello, estudió las tendencias en precipitación y temperatura durante el periodo 1960-2000 y las asociadas a las variables más significativas para el análisis de la nieve. El periodo 1960-2000 es la referencia habitual empleada en estudios de cambio climático.
Además, el grupo de científicos analizó los escenarios que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) estableció en su cuarto informe de evaluación (de 2007, el que estaba disponible al comienzo del estudio).
Con estos informes, el IPCC dibuja proyecciones a futuro sobre los efectos que el cambio global puede producir en los ecosistemas, el agua o la disponibilidad de comida.
Estas previsiones se confrontaron con datos de las estaciones meteorológicas de la Agencia Española de Meteorología (AEMET) en el entorno del parque nacional.
En algunos casos, como no había estaciones en lugares de gran altura o de difícil acceso, los investigadores tuvieron que establecer las suyas.
«Hemos llegado a instalar dos a 2.500 metros y, en algún punto, incluso hemos tenido que transportar el material con mulos», ha apuntado el investigador Javier Herrero Lantarón, de la Universidad de Granada, durante la presentación, que ha tenido lugar en Córdoba.
PRECIPITACIÓN Y TEMPERATURA
Las observaciones en esas cuatro décadas mostraron que la presencia de nieve decrecía en zonas con cotas superiores a 1.200 metros. También se apreciaron tendencias medias decrecientes en cuanto a la precipitación anual general (4 milímetros) y de nieve en particular (1,3 milímetros).
«Se pierde algo más de un día al año de ocurrencia de precipitación como media», ha señalado María José Polo. El proceso del cambio de régimen de precipitaciones ha pasado a ser más acentuado en la última década.
Por su parte, los valores máximos y mínimos de temperatura se extremaron ligeramente. La temperatura máxima ascendió en el periodo de estudio en 0,04 grados y la mínima cayó 0,01 grados. El resultado fue un incremento en la media de 0,02 grados.
Las conclusiones del estudio apuntan «a una mayor influencia de la modificación del régimen de precipitación sobre la presencia de nieve, y no tanto al cambio del régimen térmico en general».
Se podría pensar que el incremento de temperaturas ayuda a evaporar directamente la nieve, pero no es así. Más bien, las lluvias y nevadas son más torrenciales, lo que afecta en última instancia a la capacidad del terreno para retener el agua.
COMPARACIÓN CON LOS DATOS DEL IPCC
Con respecto a la comparación de los modelos el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas y las observaciones meteorológicas, los científicos de las universidades de Córdoba y de Granada han observado «una representación insuficiente de las variables meteorológicas».
Las previsiones sobreestimaron un 12,5% en la disminución anual media de precipitación y algo más del 11% del aumento de la temperatura media. No ocurrió ni lo uno ni lo otro.
Para solventar estas diferencias, los investigadores han puesto en marcha un proceso de corrección de los resultados de precipitación y temperatura simuladas.
«Se han puesto de manifiesto las dificultades existentes a la hora de proyectar dichos escenarios en la región», han concluido.
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