Una investigación de la Universidad de Granada analiza la evolución mental de personas que han sufrido abusos sexuales durante la infancia
Aunque no aparezcan síntomas en el primer momento, los niños que sufren abusos sexuales ven modificada su estructura mental de forma radical tras la agresión. De este modo, si no reciben tratamiento o contactan con alguien que pueda ayudarles, van a tener problemas que pueden verse plasmados en sintomatología años después o simplemente en una percepción inadecuada de las cosas. Según José Cantón, de la Universidad de Granada, “hay un total falseamiento de la realidad que hace que la víctima llegue a justificar la conducta del agresor o a silenciarla”.
En cuanto a los síntomas del primer momento en las víctimas de menor edad, Cantón destaca “el comportamiento sexualizado, esto es, el acercamiento sugerente a otros niños y a adultos o incluso la masturbación compulsiva. En víctimas de mayor edad destacan otro tipo de problemas como la ansiedad, la depresión o la autoestima, y, en otro orden de cosas, las conductas antisociales”.
Para recoger los datos de forma anónima, se han pasado encuestas a más de 1200 personas, dejando preguntas abiertas para obtener el máximo de información. De ellas, han surgido unas 150 que sufrieron abusos sexuales antes de haber cumplido los 16 años. Hay muchas variables en juego que llevan a que unos acusen mucho el golpe y otros menos, dependiendo de las características de los abusos sufridos y principalmente de variables como la reacción emocional, la forma de afrontar la experiencia o la atribución de la responsabilidad. Saber qué influye en estos procesos es el principal objetivo del estudio dirigido por José Cantón, del grupo de investigación Desarrollo en contextos de riesgo.
El fin último es diseñar programas de prevención de estas prácticas que contemplen la mayoría de circunstancias que se ponen en juego cuando se producen. Así, se contemplan la edad del agresor y de la víctima, las circunstancias y gravedad de la agresión, los lugares, las estrategias para acercarse a la víctima y para que ésta silencie lo ocurrido.
HOGARES ROTOS
Otro de los temas en los que están trabajando desde el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada es el de la violencia en el hogar (los problemas que desarrollan los niños y adolescentes que son testigos de los conflictos entre los padres y/o que ellos mismos también sufren el maltrato por parte de sus progenitores). En el primer caso se han centrado en cómo varían las consecuencias en función de las características que revisten estos conflictos, y del impacto nocivo que tienen en las prácticas de crianza que utilizan los padres con los hijos.
En lo que respecta a la investigación del maltrato infantil, ésta se ha centrado en una muestra de niños sacados de sus hogares e institucionalizados por esta causa. El objetivo básico de la investigación ha sido demostrar el diferente impacto que tienen en el niño las distintas formas de malos tratos.
Finalmente, el grupo de investigación se ha ocupado también de las dificultades que tienen algunos hijos de padres separados o divorciados para superar con éxito esta situación y conseguir adaptarse a vivir en un hogar monoparental. Utilizando una muestra de algo más de 100 familias se están analizando la diversidad de reacciones en función del género o la edad, o las alteraciones que experimentan determinadas variables como los conflictos entre los padres después del divorcio.