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La posesión de armas nucleares garantiza a algunos Estados una situación de impunidad

LIBRO PUBLICADO POR LA UGR
La posesión de armas nucleares garantiza a algunos Estados una situación de impunidad

La posesión del arma nuclear ha otorgado a algunos Estados una situación de impunidad sin precedentes, según la profesora Inmaculada C. Marrero Rocha, autora del libro que acaba de editar la Universidad de Granada con el título: “Armas nucleares y estados proliferadores.”

Para la autora de este libro, “la capacidad que posee el arma nuclear como medio para transformar la situación de cada Estado en la jerarquía de poderes existentes es enorme.” El libro es fruto de un trabajo de investigación en el que se analizan las causas que subyacen al aumento del número de Estados nucleares, fenómeno también conocido como «proliferación nuclear horizontal».

El atractivo del arma nuclear para los Estados sigue residiendo, en nuestros días, en su valor cualitativa y cuantitativamente mayor que el de cualquier otro tipo de armamento, básicamente por dos motivos: por su doble condición de instrumento político y defensivo, y por su capacidad de disuasión, capacidad que se manifiesta en una tendencia a mantener guerras hipotéticas o preventivas en lugar de reales, teniendo en cuenta los daños irreversibles e inconmensurables que acarrearía un conflicto nuclear entre Estados.

“Este fenómeno –dice Inmaculada C. Marredo Rocha– constituye la manifestación más actual de la revolución acontecida en el ámbito de los estudios sobre seguridad y defensa, des­de el momento en el que el arma nuclear apareció en la escena interna­cional como un instrumento de carácter militar y político sin parangón, capaz de condicionar y modificar las relaciones intergubernamentales y aumentar substancialmente los riegos y amenazas para la paz y la segu­ridad internacional”.

Seguridad nacional garantizada

Según la profesora Inmaculada C. Marredo Rocha, “la capacidad de destrucción del arma nuclear -que no distingue entre territorios neutrales o no neutrales, contra la cual no existe ningún tipo de protección posible para la población civil y para el medio ambiente, y que termina con la clásica relación entre vencedores y vencidos debido a sus consecuencias potencialmente defi­nitivas, que podrían llevar, incluso, a la destrucción total del planeta­– ha convertido al arma nuclear, simultáneamente, en una amenaza sin precedentes para la seguridad internacional y en una garantía, también, sin precedentes para la seguridad nacional de los Estados poseedores o beneficiarios de este tipo de armamento”.

La cuestión del armamento nuclear se sitúa, pues, en el núcleo de la dialé­ctica entre seguridad nacional y seguridad internacional, en tanto que con­ceptos no necesariamente compatibles o complementarios. Las exigencias de seguridad nacional pueden quedar, en principio, satisfactoriamente cu­biertas con la posesión del arma nuclear, pero es precisamente la disposi­ción de estas armas por parte de un número mayor o menor de Estados y, como es lógico, la amenaza de su eventual utilización, la principal preocu­pación en materia de seguridad internacional. No debe extrañar, por ello, que la proliferación nuclear horizontal no constituya una preocupación ver­daderamente reciente, ya que desde la II Guerra Mundial se ha manifestado una tensión creciente entre el interés que ha demostrado un número consi­derable de Estados por acceder a este tipo de armamento y el deseo de otros por evitar la proliferación nuclear.

“Esa tensión –asegura Inmaculada C. Marredo Rocha– se evidenció, especial­mente, durante el período de la Guerra Fría aunque, terminada ésta, la proliferación nuclear horizontal sigue constituyendo uno de los principales temores en materia de seguridad internacional, debido al distinto alcance y a la distinta naturaleza que ha adquirido este fenómeno como consecuencia de las características de sus nuevos protagonistas y del cambio en los parámetros de seguridad en los que se fundamenta, lo que hace que su estudio haya adquirido un interés cada vez mayor en la última década, a pesar de que en un primer momento se pensara que el fin de la bipolaridad contribuiría a la eliminación de la amenaza nuclear”.

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