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Las mujeres que cambian de sexo son más aceptadas socialmente que los hombres

Las mujeres que se someten a un cambio de sexo para ser hombres tienen un nivel de estudios mayor y trabajos mejor remunerados que los hombres que se convierten en mujeres, quienes están más aislados socialmente y sufren mayor violencia y discriminación.

 

Así se refleja en un estudio sobre transexualidad elaborado por la Unidad de Trastornos de Identidad de Género del Hospital Carlos Haya de Málaga y el departamento de Antropología social de la Universidad de Granada y subvencionado por el Instituto de la Mujer.

El estudio destaca que la principal característica de las personas transexuales es la dificultad para ser aceptadas, lo cual genera problemas en su vida académica, familiar, social y laboral, según informa el Instituto de la Mujer en una nota.

Estas dificultades de integración provocan la interrupción temprana de la escolarización, lo que les conduce a tener un bajo nivel de estudios y una actividad laboral de baja cualificación.

No obstante, las mujeres que se someten a un cambio de sexo tienen un mayor nivel educativo que los hombres que lo hacen, en concreto, el 68,5 por ciento ha alcanzado estudios secundarios, por lo que tienen una mejor situación laboral: El 70 por ciento tiene trabajo remunerado frente al 48,8 por ciento de los transexuales y una tendencia a un mayor nivel de ingresos.

Asimismo, el porcentaje de hombres que se han cambiado de sexo para ser mujeres y que reconoce haber realizado actividades peligrosas i/o ilegales para poder sobrevivir es del 20,5 por ciento, frente al 1,3 por ciento de las mujeres.

Las diferencias estadísticas respecto a la edad en la que se establece el sentimiento de pertenecer a otro sexo, en la que se comienzan a adoptar vestimentas y actitudes de otro sexo son «significativas»: en las mujeres la media de edad para establecer el rol masculino en la intimidad del hogar es de 12 años y en los hombres es 17 años.

El estudio señala que también en el primer caso adoptan antes estos hábitos en salidas y reuniones con amigos, lo que demuestra que la sociedad «es más tolerante hacia las mujeres que visten y se comportan como hombres que hacia hombres que se comportan como mujeres».

En cuanto a violencia y agresiones recibidas, el 72 por ciento de los hombres que se han sometido a un cambio de sexo para ser mujeres reconoce haber sido víctima, frente al 53,2 por ciento de los casos de transexualidad de mujeres a hombres.

En la mayoría de los casos, los agresores son personas desconocidas y se producen en la vía pública.

En el grupo de hombres que han cambiado su sexo para ser mujeres, el padre es el agresor en el 26,3 por ciento de los casos y la madre y los amigos, en el 10,5 por ciento, lo que quiere decir que este colectivo sufre más violencia en la intimidad familiar.

Los datos de expulsión del hogar de este grupo, que se produce en más de un 10 por ciento de los casos, demuestra que la familia tradicional «en general, tampoco es un lugar seguro para las personas transexuales, en especial, aquellas en la que existen fuertes reglas sociales, religiosas y culturales, relativas al sexo o al género».

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