72462 No sabemos cuántas veces más tendremos que decir que coger el coche bajo los efectos del alcohol es una de las acciones más peligrosas que se pueden apreciar en una carretera, siendo además, una de las principales causa de mortalidad en nuestro país.
Aunque pueda parecer que estamos perfectos para conducir, ingerir alcohol afecta directamente a nuestra visión, percepción y reflejos, desde la primera copa que nos bebemos. A continuación, los efectos que produce el alcohol y que afectan nuestra conducción:
Visibilidad
Una reciente investigación de la Universidad de Granada ha demostrado científicamente que el consumo de alcohol afecta directamente a la visión, sobre todo por la noche.
El etanol de las bebidas alcohólicas pasa a la lágrima, actuando en forma de disolvente sobre el lagrimal, lo que facilita la evaporación de la parte más acuosa de dicha lágrima.
Las consecuencias, el ojo recepciona mayores halos de luz y otras luminosidades que deterioran la calidad visual, pudiendo incluso impedirnos reaccionar ante obstáculos que aparezcan en el camino y sobre todo, no ser capaces de leer las señales de tráfico.
Un deterioro en la visión que afecta en mayor consecuencia a partir de los 0.25 mg/L, tasa máxima permitida de alcohol en conductores.
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Inhibición
Como bien se suele decir, «cuando bebo me lo paso mejor», el alcohol realiza funciones de desinhibición en las personas, por lo que hace que cuando estamos de fiesta todo presente un mejor aspecto.
Pero, a la hora de conducir un coche borracho, perder el miedo puede acabar en una gran tragedia. La gran mayoría de los conductores bebidos no temen a la carretera y cometen infracciones tales como, superar en gran medida los límites de velocidad, pararse en un carril de forma arriesgada, conducir por el carril contrario o no respetar la distancia de seguridad.
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Reducción de reflejos
A la reducción de los reflejos visuales es otro de los síntomas que provoca el alcohol y que afectan a la conducción, es decir, ver tarde los objetos y obstáculos, las señales, luces y demás elementos de la carretera, ya citados en la parte dedicada a la visibilidad, hay que añadirles la disminución de reacción y coordinación.
Frenar, esquivar o incluso atender a dos sitios a la vez se vuelven imposibles. Situaciones que pueden generar un accidente grave.
La coordinación entre distintos movimientos se presenta como una situación prácticamente imposible, más si lo que queremos coordinar es la información sensorial con la motora.
La capacidad de reacción se disminuye en proporción a la ingesta de alcohol, a más cantidad peor reacción, los músculos pierden rendimiento, por lo que su puesta en marcha es mucho más lenta, un frenado de emergencia se prevé imposible.
Percepción
En cierta medida, ya descrita en los apartados anteriores, la falta de percepción afecta a la visibilidad, a la inhibición y a la reducción de reflejos. No percibir la realidad que nos encontramos, las distancias y los elementos que nos rodean, imposibilitan una conducción óptima, aumentando el riesgo de accidentes.
Ingerir alcohol con medida no es malo, pero mezclar la bebida y el volante es uno de los peores errores que todo ser humano puede cometer, y que lamentablemente se hace con frecuencia.