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Una encuesta inesperada

Una encuesta inesperada
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ÁLVARO YBARRA PACHECO. DIRECTOR DE ABC DE SEVILLA
Actualizado Lunes, 03-08-09 a las 07:00
Metidos de lleno en el balance de los primeros cien días de Griñán ha pasado casi desapercibida en el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía de Verano de 2009 realizado por Cadpea, un observatorio sociológico vinculado a la Universidad de Granada al que la Junta concede gran credibilidad. El informe en cuestión, que ha sido despachado en medios oficiales con una gran dosis de cinismo como una confirmación de la hegemonía socialista en Andalucía, viene a reflejar todo lo contrario. El PP de Javier Arenas se ha situado a tan sólo 2,5 puntos de distancia del PSOE, lo que equivale al mejor pronóstico electoral para los populares de los últimos treinta años. Empate técnico y en campo contrario. Si a eso añadimos que el 44,3 por ciento de los andaluces desconoce quién es el presidente del Gobierno andaluz y que siete de cada diez encuestados muestra un gran pesimismo sobre la situación económica actual y futura de Andalucía empezaremos a entender el calado del contenido del estudio.
Cargar en el debe del Gobierno presidido por José Antonio Griñán la pavorosa situación económica de Andalucía, próxima ya a superar la emblemática cifra del millón de desempleados, es, además de una simpleza, una injusticia. Los efectos de la crisis global no pueden ser combatidos en sus consecuencias estructurales desde las limitadas competencias autonómicas. Pero la terca realidad nos indica, a través de cuantos informes y estudios publican instituciones y expertos, que España tardará más que el resto de naciones de su entorno en recuperarse de la crisis. Y dentro de España, Andalucía es la que presenta peores ratios en casi todos los indicadores diseñados para conocer el verdadero estado de nuestra economía. Tras treinta años en el poder algo tendrá que ver la gestión del Partido Socialista con la postración y el pesimismo que revela la encuesta de la Universidad de Granada.
Por todo lo anterior, lo peor que puede decirse del balance de los primeros cien días de gobierno de José Antonio Griñán es que todo se reduce a «más de lo mismo». Es cierto que el nuevo presidente de la Junta encandiló a la opinión pública con un discurso de investidura en el que situó el necesario pacto para la reforma educativa en el centro de su política. Griñán no ha cambiado su discurso de entonces pero los hechos concretos, las primeras decisiones políticas de su Gobierno, lejos de refrendar sus promesas las contradicen. No se puede entender una reforma educativa pactada desde una gestión sectaria e ideologizada de la educación como se hace a diario desde la Consejería de Educación de la Junta. Una cacicada como la rebaja del porcentaje de centros concertados, en contra de lo que demandan la opinión pública y el sentido común, o la retirada del concierto a los colegios de educación diferenciada por motivos ideológicos, no casan con la pretendida voluntad de alcanzar unos acuerdos básicos para combatir la raíz de nuestros males: la crisis de valores en la educación. Que conste que espacio hay para el acuerdo, pues la valoración en el diagnóstico entre socialistas y populares coincide a grandes rasgos. Pero a la hora de la verdad, en ésta y en otras tantas cosas, falta voluntad, por mucho que, como escribía el domingo Manuel Contreras, «los pirómanos se haya convertido ahora en bomberos». De ahí que la encuesta de los cien días permita aventurar, a la vuelta del verano, unos meses difíciles y obtusos donde el descontento de la ciudadanía va a transformarse en una exigencia implacable de mejora para los principales responsables de nuestra postración.
aybarra@abc.es

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