Música original, infinita y libre
Una antigua afirmación que sostiene que la música es la manifestación artística más pura porque nace directamente del subconsciente humano. Una expresión irracional de la que se han valido varios investigadores de la Universidad de Granada para poner en marcha un sistema informático que genera música basándose en la Inteligencia Artificial y libre del pago de derechos de autor.
Miguel Delgado, Waldo Fajardo y Miguel Molina han diseñado un software que permite a cualquiera generar música sin necesidad de saber componerla. Se llama Inmamusys, acrónimo de Intelligent Multiagent Music System, y se trata un sistema capaz de componer e interpretar música en tiempo real partiendo de la IA. De tener éxito, este prototipo que se ha presentado recientemente en la revista Expert Systems with Applications «tiene visos de cambiar muchas cosas en el futuro, como la repetitiva prominencia de los hilos musicales en zonas públicas».
Según Miguel Molina, el repertorio de los hilos musicales es muy limitado y con el nuevo invento «se crea un ambiente agradable, pero nada repetitivo para quien debe estar en ese espacio durante todo el día. Desde ambientes laborales u hospitalarios hasta llamadas a teléfonos de información, todo el mundo ha sufrido en sus oídos los efectos de un hilo musical repetitivo».
Partiendo de este hecho, el equipo de investigadores llegó a la conclusión de que «sería muy interesante diseñar y construir un sistema inteligente que generara música de forma automática, garantizando su grado de emotividad -para controlar el ambiente creado-, y su originalidad ya que debe componerse una pieza que no se repite, original e infinita». Otra de las «salidas» comerciales para este sistema son, a juicio de los investigadores, los videojuegos. «Es algo que tenemos en mente, ya que si bien es cierto que los videojuegos ahora son más bien historias y al no repetirse demasiado las escenas existe más variedad de música, este sistema puede contribuir a enriquecerla».
¿Cómo funciona?
Inmamusys funciona con el conocimiento necesario para la composición emotiva mediante la utilización de técnicas de IA.
Para ello, explicó Molina, «se ha diseñado un sistema modular que incluye, entre otras cosas, una arquitectura multiagente de dos niveles». Según las fuentes, este sistema ha sido evaluado mediante una encuesta cuyos resultados han demostrado que los usuarios pueden identificar el tipo de música que el ordenador compone. «Cualquier persona sin conocimientos musicales puede usar este compositor musical artificial ya que el usuario sólo debe decidir el tipo de música».
Por debajo de esta facilidad de uso, Miguel Molina desvela un complejo entramado que permite que un ordenador imite un aspecto tan humano como la creatividad. Y la música requiere, además de creatividad, un conocimiento específico.
Para Molina, esto «suele ser algo que el ser humano hace, pero no llega a entender muy bien cómo. En realidad, existen numerosos procesos involucrados en la creación musical y, por desgracia, muchos de ellos nos son aún desconocidos. Otros son tan complejos que resultan intratables, muy a pesar de la potencia de las herramientas computacionales actuales. Actualmente, gracias al avance de las Ciencias de la Computación, existen áreas de investigación -como la Inteligencia Artificial- que pretenden reproducir el comportamiento humano. Una de las facetas más difíciles de reproducir es la creatividad».
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