La escultura de Carlos V, fundador de la Universidad granadina, se restaura tras sufrir actos vandálicos y agresiones
Si el estado de una estatua en una ciudad equivaliera al aprecio que se le tiene por ella, en Granada la del Emperador Carlos V dejaría en un mal lugar a los granadinos. Años de dejadez y de actos vandálicos han hecho que la representación de uno de los hombres que puso la ciudad en el mundo de su época (siglo XVI) necesite una restauración «urgente». El Ayuntamiento de la capital, a través de su concejalía de Patrimonio, ha desarrollado en los dos últimos años una serie de actuaciones con el fin de estudiar, clasificar las piezas ubicadas en la vía pública de propiedad municipal con el objetivo de proponer «actuaciones sobre las mismas».
El edil delegado de inventariar este vasto muestrario de esculturas, monolitos y otros elementos de tributo a personalidades y hechos, Eduardo Caracuel, lo ha tenido claro a la hora de incluir la efigie del Emperador Carlos en su lista de tareas pendientes de restaurar.
«Desde mediados de los años 80 la escultura viene sufriendo actos vandálicos bastante fuertes», señala Caracuel, recordando que en sus tiempos de estudiante de Derecho –la estatua se ubica frente a esta facultad- «se le vestía de gitana o se le ponía un bolso como gamberrada». Pero en los últimos años, se ha destruido parte de la imagen del Rey carolingio estando actualmente destrozado su brazo y el espadón que tenía.
Con cierta amargura reconoce el concejal que Granada no ha sabido respetar los elementos que recuerdan personajes fundamentales para la ciudad. Carlos V, de hecho, fue el fundador de la Universidad de Granada en 1526. Ni más ni menos que el centro cultural y educativo que durante casi medio milenio ha dotado a la urbe granadina de una relevancia universal cuajada de prestigiosos intelectuales que pasaron por sus aulas. El nieto de los Reyes Católicos, en su aprecio a la ciudad que se reconquistara a los árabes, incluso llegó a poner como residencia oficial del mayor imperio de su época a su palacio levantado en la Alhambra.
Estos hechos no parecen ser valorados por algunos jóvenes estudiantes de Medicina –amén de otros vándalos- que al celebrar la festividad de San Lucas cada mes de octubre no dudan en poner un contenedor en la cabeza a la estatua o llenarla de grafitis. «Hacemos un llamamiento para que en vez de destruir, se respete, se defienda y se cuide este patrimonio de la ciudad», manifestaba Caracuel.
Balón de fútbol
Además de afear el legado artístico de Granada, las restauraciones practicadas a la imperial escultura (reproducción de 1948 basada en la de Leoni del Museo del Prado), «cuestan un dinero importante al Ayuntamiento». Así, según recuerda el concejal, en 2000 se tuvo que practicar una primera intervención «tras una salvaje agresión a la efigie». Ocho años después en otro acto vandálico le partieron el brazo a Carlos V, para más tarde añadir un balón de fútbol pintado en sus pies y el dorsal número 7 de Zizou (diminutivo del exjugador francés Zidane).
Ahora, se le practicará una limpieza así como reintegración de morteros y «un tratamiento de protección antigrafitti que está dando resultados positivos» en otras esculturas y enclaves de una ciudad especialmente dañada por estas pinturas urbanas. La restauración la llevará a cabo la prestigiosa profesional Carmen Tienza, conocida por su intervención en los leones del patio homónimo de la Alhambra. La restauradora reconoce «el mal estado» de la escultura «realizada en piedra caliza labrada» y considera que las agresiones sufridas han sido «una barbaridad».
El Ayuntamiento, que afronta con 6.000 euros esta intervención, tendrá que esperar a ponerle definitivamente el brazo que le falta al Emperador de los Austrias. «Está completamente destruido», reconoce Caracuel quien «está en conversaciones con una entidad financiera» para que se haga cargo del coste de un nuevo brazo «con un material más fuerte». «No podemos recordar como manco a quien no lo era», ironizaba el edil de Patrimonio.