El Dr. Juan Villalba Moreno, director del Servicio de Protección Radiológica de la UGR nos presenta las radiaciones artificialmente emitidas con las que convivimos en el día a día
Desde el Vicerrectorado de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad, Secretariado de Campus Saludables de la UGR, en este mes de marzo, se quiere informar sobre las radiaciones más frecuentes con las que convivimos y su relación con la salud. El Dr. Juan Villalba Moreno, director del Servicio de Protección Radiológica de la UGR, nos presenta, a través de su editorial, las radiaciones artificialmente emitidas con las que convivimos en el día a día, no solo en los hogares sino además en los entonos laborales y en la Universidad, para concienciar sobre falsos mitos que desde hade tiempo circulan en la sociedad.
Radiaciones más frecuentes con las que convivimos y su relación con la salud
Las radiaciones son una forma de propagación de energía que agrupa varios tipos de fenómenos que tienen propiedades diferentes y que, por lo tanto, ejercen diferentes efectos cuando interaccionan con el medio. Existen muchos tipos de radiaciones y todas ellas forman parte de la naturaleza: la tierra, el sol, el cosmos… en general cualquier cuerpo que esté a una temperatura superior a -273ºC (0ºK) emite radiación. Nosotros mismos emitimos radiación electromagnética perteneciente al espectro infrarrojo. El cuerpo humano está adaptado a todas las radiaciones naturales de muy bajo nivel que nos rodean (incluidas las peligrosas ionizantes), e incluso algunas de estas son imprescindibles para el desarrollo de la vida (por ejemplo, la función fotoquímica de la radiación ultravioleta en la formación de la vitamina D). Los efectos nocivos de la radiación para la salud se producen cuando estos niveles de radiación ambiental se incrementan artificialmente por encima de los valores establecidos como “seguros”.
Repasemos cuáles pueden ser esas radiaciones artificialmente emitidas con las que convivimos en el día a día:
1- Ondas electromagnéticas de baja frecuencia, como las empleadas en telefonía móvil, emisiones de radio y televisión, Wifi, bluetooth, etc. Pertenecen al tipo de radiación denominada Radiación no ionizante, y se suman a las ya existentes del mismo tipo en el ambiente natural (Ondas de Radiofrecuencia). El riesgo de este tipo de radiación ha sido muy estudiado. Los únicos efectos perjudiciales demostrados se basan en cambios biológicos provocados por los efectos térmicos de la sobreexposición a este tipo de radiación . No obstante, alcanzar estos límites (establecidos entre 10 y 100 veces por debajo del límite de seguridad ) es difícil y la exposición actual, catalogada como sub-térmica, insuficiente para generar los efectos adversos y enfermedades que con frecuencia han sido referidos, sin base científica alguna, en redes sociales y otros medios de comunicación.
En relación con la telefonía móvil, hay que aclarar que, pese al abundante número de antenas existentes, estas no son peligrosas para la salud, siendo su potencia de emisión muy inferior a las de la radio y TV. La necesidad de un número elevado se debe a que la radiación emitida disminuye según el cuadrado de la distancia , a la vez que el radio de acción de los móviles y de las antenas es limitado. Sin embargo, el móvil emite con potencia suficiente para alcanzar la antena y durante su uso lo colocamos sobre la oreja, pudiendo llegar a constituir, si se utiliza durante mucho tiempo, un riesgo térmico para las estructuras subyacentes, en especial en niños pequeños, cuyo acceso debería de ser restringido. En adultos se recomienda no exceder de los 10-15 min de uso, y en todo caso, administrar un pequeño intervalo de tiempo entre llamadas para permitir, en su caso, la disipación del calor.
2- Ondas electromagnéticas de muy baja frecuencia (50-60 Hz) y potencia que producen por ejemplo cuadros eléctricos de baja y media tensión y aparatos electrónicos en general (ordenadores, aparatos de radio y televisión, etc), que utilicen baja tensión y que no estén diseñados para emitir Ondas de Radiofrecuencia o de otro tipo. Los riesgos sobre la salud asociados a este tipo de radiación son exclusivamente los inherentes a su propia naturaleza eléctrica (riesgo de electrocución por manipulación incorrecta) y no por la emisión de radiaciones. Una falsa creencia muy común es la de colocar ionizadores, cactus… para absorber las radiaciones de estos aparatos, teniendo, en el mejor de los casos, únicamente una función decorativa.
Un aparato común en el hogar que emite radiaciones electromagnéticas es el horno Microondas. Este aparato emite ondas de frecuencia del orden de las micras (micrómetros) combinadas con potencia elevada, de efecto térmico, permitiendo calentar la comida. Las ondas se producen “solo” en el interior del microondas y son absorbidas por los alimentos, sin que salgan al exterior por su estructura en “Jaulas de Faraday” impidiendo su salida al exterior. Los microondas no emiten ningún tipo de onda o radiación al exterior que no sea la convencional de cualquier otro electrodoméstico.
Las placas de inducción también son electrodomésticos formados por circuitos resonantes de bajas frecuencias (en torno a 100 Hz), capaces de producir potentes campos magnéticos variables que inducen micro-corrientes eléctricas en el interior de materiales férricos con los que entran en contacto (sartenes, cacerolas…) cediéndoles su energía. Si se pierde el contacto con el material férrico (se retira la cacerola) se corta el circuito resonante y cesa la producción de energía, por lo que no emiten radiaciones para las personas en ningún caso.
3- Radiación solar y cósmica. Aunque se trata de una radiación natural, necesaria e imprescindible para la vida, es también una fuente de radiación de la que también hay que protegerse (exposición al sol del verano, en alta montaña,…). Esta radiación contiene un amplio espectro de radiaciones diferentes, no es solo la luz visible, formando parte de ella gran parte del espectro de las radiaciones, a su vez fuertemente filtradas por la atmósfera. Desde el punto de vista de riesgo para la salud humana a nivel del suelo, la radiación ultravioleta es la más importante.
La radiación Ultravioleta se clasifica en tres franjas del espectro: UVA (315-400 nm), UVB (280-315 nm) y UVC (100-280 nm). De ellos solo nos llega el UVA, el UVB solo llega un 10% y el UVC no llega, porque lo absorbe la capa de Ozono atmosférica. De ellos el UVA tiene algunos efectos beneficiosos (por ejemplo, los asociados a la absorción de vitamina D) y estéticos (bronceado, incluido en cabina UVA), pero a su vez, también afectan a las fibras elásticas de la piel provocando falta de elasticidad, envejecimiento prematuro o lesiones precancerosas. Tomado en grandes cantidades, puede ser tan peligroso como el Ultravioleta B que provoca quemaduras, conjuntivitis, eritema cutáneo, envejece la piel y es factor preponderante para el cáncer de piel. La radiación UVC es la más peligrosa, actuando como germicida y claramente cancerígeno (dímeros de Timina). Para evitar estos efectos, se recomiendan medidas de reducción exposición, evitar horas centrales del día (entre las 11 y las 16 horas), y emplear siempre protector solar.
4- Radiaciones Ionizantes. Menos frecuentes en el uso diario, su uso generalmente se asocia a procesos diagnósticos y tratamientos médicos. Son radiaciones de alta energía fotónica e ionizante que pueden romper las moléculas del cuerpo cuando chocan con ellas, llegando a provocar mutaciones y cáncer cuando afectan a nuestro material genético. Por este motivo, la exposición a este tipo de radiación es muy peligrosa. Sin embargo, su aplicación controlada ha supuesto un gran avance para la salud en procedimientos de radiodiagnóstico y tratamiento de enfermedades (radiografías, TAC, radioterapia, etc.), siendo el facultativo el que valora el riesgo/beneficio de su aplicación.
Dr. Juan Villalba Moreno.
Director del Servicio de protección radiológica de la UGR
Profesor Titular de Radiología (área Física Médica) de la UGR.
Experto en Protección Radiológica por la Universidad Complutense de Madrid y por el CIEMAT.
Contacto: jvillal@ugr.es