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Jimmy Kimmel no es el primer cómico censurado en Estados Unidos

The Conversation | Autora: Doina Repede. Profesora de Lengua española, Universidad de Granada


A lo largo de la historia, la comedia ha sido una de las mejores formas de cuestionar el poder y burlarse de él. Ya en la antigua Grecia, dramaturgos como Aristófanes se reían de los líderes y mostraban sus abusos. En la Edad Media, los bufones podían decirle al rey lo que nadie más se atrevía.

También hoy en día los cómicos ridiculizan el poder, señalan sus errores y los critican. Por eso, la risa, muchas veces, más que entretenimiento, funciona como una herramienta para mantener la democracia viva y la sociedad alerta.

De la crítica y sátira política a la censura

Caricatura en la que el rey Jorge III recibe un puñetazo en la nariz del presidente estadounidense James Madison durante la Guerra de 1812.
En esta caricatura de William Charles, el rey Jorge III recibe un puñetazo en la nariz del presidente estadounidense James Madison durante la Guerra de 1812. Librería del Congreso de los Estados Unidos.

Por ejemplo, en Estados Unidos, la crítica y la sátira política tienen una historia larga. En el siglo XVIII, los colonos ya se burlaban del gobierno británico con caricaturas y escritos. Benjamin Franklin usaba la sátira para cuestionar a los británicos durante la independencia. En el siglo XIX, escritores como Mark Twain recurrían a ella y a la ironía para criticar la esclavitud y el racismo presente en el país.

En los siglos XX y XXI la tradición no se detuvo. La sátira encontró en los presidentes su blanco favorito. Así, hubo risas a costa de Richard Nixon, Ronald Reagan, Bill Clinton, George Bush, Barack Obama y… Donald Trump.

 Pero cuando uno ya no se siente libre para opinar, criticar, reírse del poder, la democracia empieza a tambalearse. Y no hay señal más peligrosa para una democracia que cuando el poder intenta callar a quienes lo cuestionan, ya sea con amenazas, persecuciones o censura.

La situación actual

Es el caso reciente de Jimmy Kimmel y su programa Jimmy Kimmel Live! (ABC), que se canceló de forma repentina poco después de un comentario que aludía al movimiento MAGA (siglas de Make America Great Again), tras el asesinato de Charlie Kirk.

La Casa Blanca negó haber ejercido presiones, pero lo cierto es que Donald Trump celebró públicamente la cancelación. Además, Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) nombrado por Trump, llegó a pedir directamente que se despidiera a Kimmel, asegurando que había que tomar medidas “por las buenas o por las malas”. Y la petición –o, mejor dicho, la amenaza– se cumplió.

Nueve días después, tras miles de titulares y un fuerte respaldo por parte de la población, el programa volvió a emitirse en Estados Unidos. Kimmel regresó con un monólogo cargado de emoción, ironías y un contundente desafio: “No hay nada más antiestadounidense que cancelar a un cómico”. El desafío no gustó, evidentemente.

El monólogo de regreso de Jimmy Kimmel duró más de lo normal y aprovechó para tratar el tema de su cancelación y la libertad de expresión.

Stephen Colbert sí que parece que tendrá ese destino, ya que CBS no renovará su late night en 2026. La emisora afirma que el motivo es económico, pero se sospecha que la cancelación tiene que ver con las críticas que el presentador hizo a un acuerdo al que la cadena llegó con Trump. Parece que para el poder no existe la regla más sabia de todas las reglas: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.

Lo ocurrido con Kimmel y Colbert no es un caso aislado en Estados Unidos. En el pasado, otros cómicos corrieron –con mayor o menor fortuna– la misma suerte.

El humor como contrapoder

Mort Sahl (1927-2021) fue uno de los primeros comediantes en Estados Unidos en usar la comedia para hablar de política y actualidad. Su estilo era directo, irónico y muy cercano al público. Subía al escenario con notas en la mano y comentaba noticias y decisiones de los líderes con humor y crítica. Su éxito empezó a decaer tras el asesinato de John F. Kennedy en 1963. Su interés por los detalles del caso, su cuestionamiento de la versión oficial y su humor más oscuro hicieron que las cadenas de televisión se distanciaran de él y muchos de sus shows fueran cancelados. Aunque no fue prohibido oficialmente, su carrera en la televisión se vio afectada.

Durante los años 50, Lenny Bruce, uno de los comediantes más importantes de Estados Unidos, también fue vetado en televisión. Su humor no era solo para hacer reír: era para abrir los ojos. Hablaba de todo lo que la sociedad de aquel entonces prefería callar: política, religión, racismo, sexualidad… y lo hacía sin tapujos. No le importaba incomodar. Su objetivo era cuestionar las normas y mostrar las contradicciones de la sociedad. Y por su humor “obsceno” fue arrestado y juzgado varias veces.

Por su parte, Dick Gregory cambió por completo la forma de hacer humor afroamericano. Tenía un estilo sofisticado, satírico y evitaba los estereotipos y los chistes manidos. Fue el primer afroamericano en aparecer como invitado en el Tonight Show de la NBC, un logro histórico para la época. Pero a medida que su activismo político crecía, su presencia en televisión comenzó a disminuir. A finales de los años 60 muchas cadenas y programas evitaban invitarlo, mostrando cómo el humor podía incomodar.

De los Smothers Brothers a Howard Stern

Quizás uno de los actos de censura política hacia cómicos más claros en una democracia fue el que sufrieron los hermanos Smothers. Tom y Dick Smothers tenían su show de comedia y variedades, The Smothers Brothers Comedy Hour, en la CBS. Era un éxito en horario de máxima audiencia, combinando música, comedia y activismo político.

Pero CBS empezó a recortar partes “molestas” del programa para ajustarse a los censores de la cadena, hasta que lo canceló repentinamente en 1969. Bromas sobre Lyndon B. Johnson y Richard Nixon, críticas a la guerra de Vietnam e invitados molestos hicieron que las presiones políticas y el miedo a perder dinero de los anunciantes terminaran con el programa prematuramente.

Los Smothers Brothers demandaron y ganaron el juicio a CBS, pero el daño ya estaba hecho.

Artículo en el que se anuncia la cancelación del programa de los Smothers Brothers.

Artículo en el que se anuncia la cancelación del programa de los Smothers Brothers. The Calgary Herald, 3 de abril de 1969.

A Kathy Griffin su humor irónico y a veces ofensivo le causó serios problemas. En 2017 posó con una cabeza ensangrentada del presidente Donald Trump. La broma fue considerada de muy mal gusto. Perdió su trabajo en CNN, varios de sus shows fueron cancelados e incluso fue investigada e interrogada por el Servicio Secreto.

La censura llegó también a la radio. Howard Stern, una de las figuras más icónicas de las ondas en Estados Unidos, era famoso por su estilo provocador. Su forma directa y a veces escandalosa de hablar le generó tanto críticas como un público fiel, convirtiéndolo en un referente de lo denominado “shock jock”, es decir, la utilización de bromas o melodramatismos exagerados para entretener a la audiencia –aunque alienando a una parte de ella–. A lo largo de su carrera, Stern se enfrentó a la censura y las multas de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), lo que le convirtió en un símbolo de los debates sobre libertad de expresión en los medios.

A la vista está que la risa puede incomodar, ofender o irritar, pero mantiene viva la democracia. Y cuando se intenta silenciarla, lo que se apaga no es solo una broma, es la posibilidad misma de cuestionar el poder.