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Científicas de la UGR apuntan que la pandemia de COVID-19 favorece tanto la deshumanización como el polo opuesto

Dos investigadoras de Psicología Social de la Universidad de Granada analizan algunas de las reacciones psicosociales a la actual pandemia y apuntan que esta crisis favorece la deshumanización, lo que facilita observar nuevas formas de prejuicio y discriminación, pero también los procesos opuestos.

Las especialistas Rocío Martínez y Rosa Rodríguez Bailón realizan un análisis psicosocial de la respuesta del país a la actual pandemia y aplican la literatura científica para reconocer dos polos contrarios.

«Hemos llevado a cabo estudios, unos propios y otros de otros centros de investigación a nivel nacional e internacional, para examinar cómo la sociedad humaniza y deshumaniza a otras personas», explica Martínez.

Las responsables de esta línea de investigación del departamento de Psicología Social explican que la deshumanización es un proceso psicológico que consiste en negar a los demás lo que les convierte en personas, un comportamiento que separa al contrario del grupo y facilita respuestas tan negativas como la discriminación.

«Esa deshumanización presente en nuestros días la hemos detectado por ejemplo en ciertos comportamientos, primero contra la población china y luego contra la italiana», añade Rodríguez Bailón.

Estas expertas explican que esa deshumanización, que no siempre se da en entornos claramente hostiles, es una nueva forma de prejuicio y permite al ser humano alejarse de otros colectivos a los que, por esa deshumanización, están menos dispuestos a ayudar.

«El ser humano puede humanizar y deshumanizar y para hacerlo, la variable clave es la identificación con el grupo», añaden las responsables de esta línea de estudios, que advierten de que a algunos de los colectivos más vulnerables durante esta pandemia se les deshumaniza y se les atribuyen rasgos animalizados.

Esta deshumanización aparece como una de las peores formas del prejuicio, según las expertas, que lo consideran uno de los comportamientos sociales más «tóxicos».

En el estudio, identifican esa deshumanización en el trato de algunos medios de comunicación y de parte de la sociedad a los ancianos, que en ocasiones son tratados como si dejaran de ser personas para ser números o como si sus vidas valieran menos.

«Tenemos como hipótesis que la deshumanización está detrás de la percepción social de los ancianos en esta pandemia, así parece que morirse para ellos fuese menos doloroso, como si fueran menos personas que nosotros», analiza Martínez, que añade que el conflicto no es un elemento imprescindible para este prejuicio.

Su análisis subraya que la pandemia ha generado también el efecto contrario, una humanización que conecta con grupos antes sin afinidad como vecinos, trabajadores de supermercados o sanitarios.

«Ahora los incluyo en mi categoría, les atribuyo mis mismos sentimientos, les presupongo mis capacidades y me identifico con ellos porque sé que mi miedo es su miedo», resumen las autoras de este análisis, que han recalcado que la actual situación favorece las dos caras, la deshumanización y la humanización de otros.