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Los cultivos de caña de azúcar, comino y naranjales, fueron adaptados en al-Andalus a partir del siglo X

La profesora de Historia Medieval de la Universidad de Granada, Carmen Trillo San José asegura en su libro “Agua y paisaje en Granada, que en el siglo IX se documentan las primeras plantas de origen monzónico en la Península, pero es a finales de la X centuria cuando la nueva agricultura se muestra ya consolidada. Según Carmen Trillo, “las costas meridionales parecen que fueron las más favorables para adaptar las especies alóctonas. En la cora de Elvira al-Razi menciona algunas de ellas, como la caña de azúcar, comino, y naranjales. Otras plantas conocidas en la Antigüedad, como la vid y el moral, alcanzaron un gran desarrollo en al-Andalus con la producción de uva pasa y de seda”.

En el libro, de 160 páginas, se documentan también las diferentes técnicas hidráulicas que permitieron la difusión de la irrigación. Algunas de ellas han pervivido en nuestra provincia hasta fechas recientes, como el shaduf, también llamado jattara o cigüeñal, y las norias de sangre. Se estudia asimismo la aplicación de estos métodos de obtención de agua al medio rural, en particular en la Alpujarra, y también al urbano, en la ciudad de Granada.

Para la profesora de la Universidad de Granada, los regadíos actuales han sido en muchos casos ampliaciones de los andalusíes; así, el paisaje que vemos conserva en parte una imagen del pasado. “Han sido en su origen –afirma– la opción de una determinada sociedad a sus necesidades de supervivencia, aunque pronto generaron un beneficio que se manifestó en formas de vida sofisticadas, incluso desde un punto de vista actual. Por todo ello, el regadío tradicional que se mantiene en muchos lugares del antiguo reino nazarí no puede considerarse sólo una actividad económica sino también un patrimonio cultural”.

El libro «Agua y paisaje en Granada. Una herencia en al-Andalus» es un estudio del regadío en Granada en época medieval. En él se analizan las raíces históricas de los sistemas de irrigación granadinos que, según la investigadora y profesora, “se encontraban más alejadas en el tiempo y en el espacio de lo que en principio pudiéramos pensar”.

Afirma al respecto Carmen Trillo que “sus orígenes estaban, como ocurría con el resto de al-Andalus, en las adaptaciones de plantas que antes de la expansión islámica, entre los siglos V y VII d. C, se hicieron en Mesopotamia. Estas provenían a su vez de lugares más lejanos, como el Sureste asiático, Yemen y África y habían sido mejoradas en la India, entre el II y I milenio a. C. Eran especies vegetales que provenían de regiones de clima tropical y subtropical, acostumbradas a crecer bajo los factores coincidentes de calor y humedad. Viajaron con los árabes en sus conquistas realizadas en dirección Este-Oeste hasta llegar a la Península Ibérica”. Según desvela en el libro que acaba de publicarse, estos cultivos como en otros lugares de clima mediterráneo. “Necesitaron –dice Carmen Trillo– el aporte de agua de forma artificial, dado que se desarrollaban durante el verano, la estación más seca del año. Esa es la causa de la gran difusión del regadío en al-Andalus, lo que no significa que en épocas anteriores no se regara. Por supuesto los romanos eran grandes ingenieros hidráulicos, pero aplicaron sus técnicas básicamente al suministro urbano, ya que las ciudades eran el punto nodal del Imperio desde el punto de vista político, económico y cultural. La agricultura sin embargo tenía un escaso nivel tecnológico, rendimientos exiguos, y era necesario poseer muchas tierras para ser rico. Los cultivos fundamentales, la tríada mediterránea (cereal, olivo y vid), procedían del ecosistema mediterráneo y seguían los ritmos climáticos de éste. No necesitaban irrigación, aunque cuando en época islámica se les aplicó mejoraron mucho su productividad”.


Para más información:
Carmen Trillo San José
Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas
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