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Una intervención nutricional en mayores de residencias constata la importancia del calcio en la dieta sobre la calidad de vida y el estado óseo

Una intervención nutricional realizada con dos grupos de mayores institucionalizados en residencias de la ciudad de Granada ha demostrado que el aumento de la ingesta de calcio mejora el estado óseo de los ancianos, su autopercepción de salud y su calidad de vida. El trabajo, que se ha prolongado durante 18 meses, ha sido realizado por un equipo de investigación de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada con el apoyo de Puleva. La intervención ha consistido en la administración de leche enriquecida en calcio durante 18 meses a un «grupo problema», mientras que otro «grupo control» mantenía su consumo habitual.

«La fragilidad de los huesos no es parte normal del envejecimiento, sino el resultado de un trastorno metabólico. Los cambios en el estilo de vida y, particularmente en los hábitos nutricionales, pueden ayudar a prevenir fracturas, detener la pérdida ósea e incluso fortalecer los huesos en cierto grado». Estos son los fundamentos de partida que sostienen los trabajos e investigaciones realizados por un equipo del departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Granada en torno a la población anciana y su estado nutricional.

La doctora Rosario Moreno-Torres Herrera leyó hace un año una tesis doctoral titulada «Intervención nutricional en población mayor. Efecto sobre la calidad de vida y el estado óseo» que recoge los resultados concretos de la intervención nutricional realiza en los dos grupos de ancianos. Dirigida por las profesoras de Nutrición y Bromatología Mª Dolores Ruiz López, Reyes Artacho Martín-Lagos y Mª Carmen López Martínez, esta investigadora concluye en su trabajo que la intervención nutricional realizada supone «una mejora en los factores implicados en el estado óseo de los ancianos, como son la calidad de vida y la evolución de los indicadores bioquímicos del metabolismo óseo».

En relación con este campo de estudio, la profesora Reyes Artacho recuerda que fue hacia los años 80 cuando se inició esta línea de investigación en el departamento al constatar la falta de trabajos sobre el estado nutricional de la población mayor andaluza. Según dice, el objetivo era conocer la situación de los ancianos, diferenciar entre mayores institucionalizados y mayores independientes y, entre otras cuestiones, determinar las diferencias entre población urbana y rural: «Lo que se pretendía era conocer los factores que intervienen en el estado nutricional y, con ello, ver en qué se puede intervenir para modificar y mejorar su salud y aumentar su calidad de vida».

Así, aunque se han desarrollado pocas intervenciones nutricionales en ancianos, este equipo de especialistas sostiene que hay determinados alimentos que parecen ser beneficiosos para la salud y que podrían contribuir a reducir la morbilidad de la población a edad avanzada. «Además, los estudios realizados en este área demostraban la existencia de distintos déficits nutricionales, por lo que se planteó la necesidad de realizar un estudio con el fin de conocer el efecto que produce una intervención nutricional consistente en aumentar el calcio de la dieta a partir de leche enriquecida en calcio sobre la calidad de vida y el estado óseo en los mayores», explica la investigadora.

Método y características del estudio

La intervención se llevó a cabo durante 18 meses en dos residencias de características similares de la ciudad de Granada. Al grupo problema se le administraron tres vasos diarios de leche semidesnatada enriquecida en calcio (1.600 mg Ca/L) y al grupo control tres vasos de leche semidesnatada al día (1.200 mg Ca/L), aunque al final el consumo real fue de 921 mg/día en el grupo control y 1056 mg/día en el grupo problema. El grupo problema estaba compuesto por 63 ancianos y el control por 78.

Desde el punto de vista estadístico, los dos grupos eran similares: la edad media era de 83 años, había un elevado porcentaje de solteros y de viudos, bajo nivel de formación, especialmente en las mujeres, bajo nivel económico, con un 70% de los ancianos con pensiones iguales o inferiores al salario mínimo, institucionalización prolongada y alto grado de satisfacción en relación al servicio y atención recibidos en la residencia (95%). El estado de salud y la capacidad funcional de la población elegida eran aceptables para su edad. El 79% de los participantes pudieron completar la intervención, «hecho significativo, ya que en España no se ha realizado ningún estudio tan largo y con personas tan mayores».

Según recuerda la profesora Reyes Artacho y recoge Moreno-Torres en su tesis, el objetivo del trabajo era determinar el estado nutricional de los participantes al principio y al final de la intervención. Para ello se realizó un estudio de las características sociológicas de los ancianos, la ingesta de nutrientes, indicadores antropométricos, su capacidad funcional (grado de dependencia física y psíquica según el Índice de Katz y la Escala de Cruz Roja respectivamente), marcadores óseos, etc.

Al inicio del estudio, los resultados de la valoración de capacidad funcional física y mental fueron bastante similares en los dos grupos. Tras la intervención nutricional, se observó que la pérdida de capacidad física fue significativamente menor en el grupo problema que en el control. Respecto al número de patologías por individuo, en el grupo problema no se modificó, si bien aumentó en el grupo control. También se observó un mayor incremento de patologías osteoarticulares en general y osteoporosis en particular.

La autopercepción de salud –evaluada por las siguientes cuestiones ¿Se siente limitado en su movilidad? ¿Considera su fuerza muscular normal para su edad? y ¿Tiene dolores de huesos?– era al inicio del estudio similar en ambos grupos y, tras la intervención, dicha percepción disminuyó menos en el problema que en el control, por lo que al final del estudio en el grupo problema la autopercepción de salud ósea era mejor que en el grupo control y además se observó en el grupo problema un considerable descenso en el consumo de analgésicos a demanda.

Aunque las investigadoras subrayan la necesidad de realizar estudios más amplios que corroboren las conclusiones, la intervención finalizó con interesantes conclusiones puntuales como fue esta disminución en el consumo de analgésicos, un factor que se considera un indicador de la mejora de salud percibida de los ancianos.

«Las personas mayores suponen un coste económico social y económico muy grande. A toda la sociedad le interesa que tengan una buena calidad de vida», subrayan las investigadoras para enfatizar la importancia de sus estudios. «Estos resultados han servido para iniciar nuevos estudios de intervención nutricional, que concreten el papel que determinados nutrientes tienen sobre la salud ósea del mayor», concluyen.


Referencia: Rosario Moreno-Torres Herrera. Dpto de Nutrición y Bromatología. Tlf: 958243863