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La ingesta de frutas del bosque retrasa los efectos del envejecimiento y la aparición de enfermedades degenerativas

«El envejecimiento no se puede evitar, pero sí podemos retrasar y limitar los efectos del propio proceso a través de una mejora de la calidad de vida y de la alimentación». Ésta es la filosofía que ha centrado los trabajos llevados a cabo en 2001 en torno a los efectos beneficiosos que algunas sustancias antioxidantes naturales pueden tener sobre el estado de salud de los ancianos.

Según explica el investigador principal del proyecto, el catedrático de Bioquímica de la Universidad de Granada Ángel Gil Hernández, el objetivo del estudio era evaluar los efectos de un alimento enriquecido en diversos antioxidantes naturales, principalmente los denominados bioflavonoides (tipos de compuestos químicos que se hallan básicamente en las llamadas frutas del bosque), al estimarse que pudieran tener efectos protectores en enfermedades o procesos fisiológicos en los que median los radicales libres.

Los radicales libres -aclara el investigador- son compuestos químicos muy activos que reaccionan con todas las biomoléculas (lípidos, hidratos de carbono, ácidos nucleicos…) y que no sólo son causantes de numerosas enfermedades, sino también del envejecimiento. «Los radicales libres van provocando mutaciones en las mitocondrias y la acumulación de mutaciones es lo que finalmente conduce al envejecimiento celular», expone el profesor Gil en alusión a los estudios realizados por Jaime de Miquel en el desarrollo y perfeccionamiento de la teoría inicial de Hartmann sobre radicales libres y envejecimiento.

En este sentido, la hipótesis del estudio era que la ingesta de sustancias antioxidantes naturales presentes en frutas del bosque podría limitar la acción de los radicales libres en los ancianos. Para comprobar tal hipótesis, los investigadores han suministrado un producto suplementado con antioxidantes procedentes de frutas del bosque como frambuesas, arándanos y moras a 40 ancianos de una residencia de Murcia durante dos semanas, al mismo tiempo que otro grupo de 40 ancianos consumía un placebo.

Lo que se ha observado en los primeros estudios, que se presentarán el próximo 14 de mayo en el Congreso de la Sociedad Española de Nutrición Emperal y Parenteral, es que los ancianos con más de 75 años ya tienen un grado de deterioro provocado por los radicales libres que hace que en tiempos cortos de ingesta de estos alimentos no haya un resultado significativo. Especialmente, porque el daño en el DNA de los leucocitos era ya muy importante.

Sin embargo, los investigadores estiman que, en cualquier caso, el efecto es beneficioso «porque previene la oxidación de la vitamina E», un componente existente en todas las células del hombre. «Como vemos, hay ya al menos un efecto patente beneficioso», apunta el profesor Gil Hernández.

A raíz de esta comprobación, los investigadores consideraron que ingestas durante tiempos más prolongados podrían ser importantes en el desarrollo del envejecimiento, sobre todo, si se toman en edades anteriores. Así, la población de estudio se amplió con un grupo de 20 jóvenes voluntarios de Granada para comprobar que el daño en el DNA de los jóvenes respecto a los ancianos era significativamente menor.

«Por este motivo, entendemos que la ingesta prolongada de estos alimentos ricos en antioxidantes puede tener un efecto muy beneficioso sobre la salud. La esperanza de vida es una condición genéticamente determinada, pero lo que sí puede ocurrir es que a través de una mejora de la calidad de vida y de la alimentación se retrasen los efectos del envejecimiento y, sobre todo, la aparición de enfermedades degenerativas», puntualiza el catedrático de Bioquímica.

Tal reflexión es lo que explica la decisión de los investigadores de prolongar el estudio un año más para aumentar el tiempo de ingesta del producto por parte de los ancianos a seis meses como mínimo. «El resultado del estudio ha sido que, incluso con un tratamiento corto, la ingesta de antioxidantes hace que niveles de vitamina E plasmática aumenten», insiste el profesor Gil Hernández sobre la importancia de la investigación.


Referencia:Ángel Gil, Catedrático de Bioquímica.
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