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Investigadores de la Universidad de Granada advierten sobre el uso de aguas residuales para regar los cultivos de la Vega

Una tesis doctoral realizada por una investigadora del Instituto del Agua de la Universidad de Granada ha concluido que el suelo de los cultivos agrícolas no retiene de forma definitiva los compuestos inorgánicos contaminantes, sino que éstos vuelven a ser liberados con el paso del tiempo. La consecuencia es que ciertos constituyentes, como el amonio, potasio, sulfato, nitrato o fosfato, que se encuentran en las aguas residuales utilizadas habitualmente para el riego, son nuevamente liberados con la llegada de las lluvias, de tal forma que, de manera lenta, llegan a la zona saturada del acuífero.

La tesis, titulada “Impacto del riego con aguas residuales sobre el suelo de la zona no saturada de la Vega de Granada”, ha sido realizada por Kaltoum El Mabrouki bajo la dirección de los profesores José Javier Cruz San Julián y José Miguel Rodríguez Maroto. Además de experiencias en el laboratorio, el trabajo se ha realizado mediante ensayos llevados a cabo en el campo, en una parcela experimental.

La escasez de los recursos hídricos, sobre todo en zonas áridas o semiáridas como las de Andalucía y Granada, ha hecho del riego con aguas residuales, sometidas o no a procesos de depuración, una práctica habitual. El trabajo emprendido por los investigadores granadinos pretendía confirmar o, en su caso, desmentir una afirmación largamente asentada, según la cual el suelo retiene los compuestos que se encuentran en las aguas residuales, de forma que sus efectos contaminantes no llegan a la zona saturada del acuífero.

Por el contrario, la tesis ha demostrado que, en palabras de El Mabrouki, “hay una cierta retención adsorción y una cierta liberación desorción, ya que el suelo es un recurso no renovable e, igual que adsorbe, desorbe los compuestos, aunque éste es un proceso más lento”. Por lo tanto, recalca el profesor Cruz, “se ha demostrado efectivamente que el suelo adsorbe y retiene muchos compuestos de las aguas residuales, pero también los vuelve a liberar cuando llegan las aguas de lluvia, aunque se trata de una liberación más lenta, por lo que, probablemente, algún día llegará a las aguas subterráneas”.

La tesis concluye que las propiedades naturales del suelo para filtrar los compuestos que le llegan son más efectivas cuando se trata de contaminación orgánica y microbiológica, que es la parte más representativa aportada por las aguas residuales; sin embargo, esa descontaminación “no se realiza en la medida en que hasta ahora se consideraba”. A ello hay que añadir, además, que el suelo recibe otros compuestos, como los fertilizantes, pesticidas y nitratos, que no los aporta el agua sino que son administrados directamente por los agricultores para sus cultivos. Los investigadores puntualizan que la cloración y el tratamiento de aguas potables garantizan la salubridad de ese líquido cuando llega a los hogares.

Los autores de la investigación recomiendan utilizar “con precaución” el riego con aguas residuales ya que “no se puede regar con cualquier agua, a cualquier ritmo y en cualquier época” e insisten en que “cuanto más alto sea el nivel de depuración, será mucho mejor para todos”. En este sentido, recuerdan que en otras poblaciones españolas, como Vitoria, se ha alcanzado tal nivel de depuración del agua que ésta podría ser consumida por la población gracias a su alta calidad, aunque en la actualidad se destina al regadío.


Para más información:
Kaltoum El Mabrouki: Telf: 958 248017
C. e:kaltoum@ugr.es

José Javier Cruz San Julián: Telf: 958 243356 / 958 248020 / 659 039134
C. e: jjcruz@ugr.es