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Expertos reunidos en Lanjarón proponen la desalación de agua marina como alternativa al trasvase de agua desde otras cuencas

En el curso del Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada «Protección de la calidad del agua y del medio ambiente en la planificación hidrológica», que se celebra en Lanjarón, se ha dedicado el día de hoy, miércoles día 25, al estudio de una de las vías que se plantean como alternativas a los trasvases: la desalación de las aguas marinas. Los pros y los contras de este proceso han sido analizados por Fernando López-Vera, catedrático de Hidrogeología de la Universidad Complutense de Madrid

Javier Martínez Gil, propulsor de la ‘nueva cultura del agua’ que ayer tildó de falsa la afirmación de que hay cuencas a las que le sobra el agua («es como decir que a alguien le sobra salud», señaló Martínez), hizo alusión a la posibilidad de recurrir a la desalación. Este guante ha sido recogido hoy por el catedrático de Hidrogeología de la Universidad Complutense de Madrid, Fernando López-Vera, mediante su conferencia ‘Contribución de la desalación a la optimización de la gestión de recursos hídricos y a la conservación del medio ambiente’.

El catedrático madrileño ha explicado la base del proceso por el cual se consigue el fenómeno de la eliminación de la sal del agua, denominado ósmosis inversa, que resulta hoy día un eficaz sistema que «permite obtener agua de baja salinidad de una manera eficaz y económica, siendo la solución idónea para ubicaciones aisladas o allí donde el agua sea un bien escaso o de alto valor económico».

A la pregunta de si este agua desalinizada es de calidad, López-Vera responde que «es de una calidad satisfactoria, se obtiene un agua muy pura que incluso es necesario tratar añadiéndole sales»

Los datos aportados en la conferencia indican que el coste de la desalación oscila entre las 80 y las 136 pesetas por metro cúbico de agua (1.000 litros), según las posibilidades del lugar donde se efectúe el proceso. El profesor López-Vera señala que «su rentabilidad depende de la disponibilidad de medios, pues el agua trasvasada cuesta 135 pesetas por metro cúbico en Almería y no más de 40 pesetas en sitios menos alejados del origen del trasvase».

Pero, como ocurre en otros procesos de re utilización de recursos, la desalinización no está exenta de problemas. De un lado, señala López-Vera, el vertido de salmueras de desaladora al mar puede afectar a las praderas de Posidonia (una planta endémica del Mediterráneo de alto valor ecológico que rodea parte de las costas españolas), creando un grave problema. De otro lado, las plantas desalinizadoras tienen un elevado coste energético, con la consiguiente emisión de gases a la atmósfera.

En cualquier caso, el catedrático afirma que la revolución tecnológica de los últimos 15 años permite amortiguar estos efectos perniciosos, e incluso «se han rebajado los niveles de emisión y se aprovechan las salmueras para producir sales industriales, restauración de zonas húmedas saladas, o se inyectan en acuíferos profundos».