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García Lorca, 73 años después…

García Lorca, 73 años después…

Contra viento y marea la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica exhumará en breve la fosa del “grupo de Lorca”, situada en el ayuntamiento granadino de Alfacar. Según el auto del juez Baltasar Garzón 114.266 personas desaparecieron en España entre los años 1936 y 1951. Atrás ha quedado la ley de Amnistía (sin cobertura jurídica internacional) y hoy la ley de “Memoria Histórica” empieza a reponer aquel “traje de indignidad humana” que había vestido este país, en un intento vano de que prescribieran delitos que ni pueden prescribir, ni son amnistiables, según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Setenta y tres años después de que el general Gonzalo Queipo de Llano, llenara de fosas sin nombre las tierras andaluzas, la Junta de Andalucía abrirá en los próximos días la más emblemática. En ella pudieran estar los restos de Federíco García Lorca, en la compañía del maestro Dióscoro Galindo, el inspector de tributos Fermín Roldán y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas.

La Universidad de Granada ha utilizado, en los preparativos, los medios más sofisticados para detectar intervenciones en el subsuelo del paraje de Alfacar. Se ha vallado la zona y colocado una gran carpa que preservará la intimidad de los trabajos. Se han planificado equipos pequeños y altamente cualificados, a los que se les exige confidencialidad absoluta… ahora el mundo, expectante, guarda silencio y espera.

García Lorca es un personaje muy relevante de la literatura universal y las cautelas en torno a las circunstancias de su muerte se multiplican. Las dudas acerca del resultado son muchas, incluida la posibilidad de que la fosa hubiera sido profanada, con anterioridad, por el régimen. Articular en un sólo protocolo de actuación, los intereses de cinco instituciones (Ayuntamiento, Diputación, Universidad, Junta de Andalucía y Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) y de las familias de los cinco asesinados, no ha resultado fácil. El propio juez Garzón se ha sentado en el banquillo ante los tribunales, denunciado por la derecha más añorante si bien, además de los familiares de las víctimas, ha tenido ilustres defensores entre los que se encuentra el premio Nóbel José Saramago, jueces, fiscales, catedráticos… que nos recuerdan aquello de Quevedo, “menos mal hacen los delincuentes, que un mal juez”.

Los investigadores disponen de una información exhaustiva y de primera mano. Agustín Penón, hijo de exiliados, empeñó su fortuna en una investigación que nunca se atrevió a publicar. En ella Ramón Ruiz Alonso, falangista que detuvo al poeta, y sobre todo Manuel Castilla Blanco, enterrador del llamado por los asesinos “grupo de Lorca”, aporta una información tan precisa que apenas induce a error. El hispanista Ian Gibson, biógrafo oficial y gran conocedor de la obra del autor de “Bodas de Sangre”, “Yerma”, “La Casa de Bernarda Alba”, “María Pineda”, “La Zapatera Prodigiosa”, “Poeta en Nueva York”, “Romancero Gitano”… se declara abiertamente partidario de que se ofrezcan todos los resultados de la misma: “Los Lorca creen que el desaparecido más célebre de la Guerra Civil, el segundo embajador mas importante después de Cervantes, es de su propiedad. Y no es cierto. Lorca es propiedad del mundo”, sostiene el hispanista.

Quienes han luchado durante años por recuperar la memoria y los restos de familiares asesinados (ya se han llevado a cabo con éxito más de cien exhumaciones). Quienes les han acompañado en la búsqueda de esa verdad histórica. Los millones de ciudadanos de bien, que han silenciado durante décadas una realidad dolorosa… quizás todos tengan pronto, con el conocimiento inequívoco de la forma en que mataron el genio de Lorca, un nuevo referente para la exigencia de esa verdad y, con ella, esta sociedad pueda pasar página definitivamente. Recordar, no obstante, las palabras del relator de la ONU, Lois Joinet, a propósito de un genocidio: “Para pasar página, hay que haberla leído antes”.
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