Inicio / Historico

La enfermedad, esa inspiración creadora

La enfermedad no está reñida con la capacidad creativa, tal y como pone de relieve Blas Gil Extremera en su libro Enfermos Ilustres. La enfermedad, fuerza creadora. En él, Gil analiza las biografías de cien personajes históricos para retratar cómo su estado de salud les ayudó, en unos casos, y no les impidió, en otros, concebir grandes obras maestras. El glosario de protagonistas incluye a pintores, compositores, músicos, reyes, científicos… con una amplia gama de patologías cardiovasculares, oncológicas, digestivas y neurológicas.

La historia ha estado plagada de personajes que han dejado su huella personal en el recuerdo, y cuya situación clínica ha marcado su devenir y su obra. Para ilustrar y conocer más a fondo a algunos de estos genios, Blas Gil Extremera, internista y catedrático de la Universidad de Granada, ha escrito Enfermos ilustres. La enfermedad fuerza creadora, editado por Alhulia, y con prólogo de Mario Vargas Llosa.

Gil hace una recopilación de los datos y de la información histórica de cien personajes, analizando su historia vital con la patología que marcó su trayectoria en unos casos, o con la actividad laboral que dictó la aparición de la enfermedad. «Intento imaginarme a cada personaje como si fuera un paciente en mi consulta. A raíz de lo que extraigo en esa historia clínica trato de comprender la obra que llevaron a cabo». En su análisis ha incluido a una amplia variedad de personajes: compositores, pintores, artistas, reinas…

«No nos sentimos igual cuando estamos enfermos o sanos. Según como uno se lo plantee, esa enfermedad puede influir en la vida social, familiar… Parto de la idea de que hay una influencia recíproca. Hay personas que sufren una patología puntual, o tienen una crónica o una minusvalía y, sin embargo, no supone un obstáculo, ya que a veces superando esa adversidad consiguen hacer una obra importante. Si eso ocurre en personas privilegiadas desde el punto de vista intelectual, como son los grandes genios de la historia, la relación es más evidente».

Gil se ha centrado especialmente en el análisis de enfermedades orgánicas, entendiendo éstas como las que presentan una lesión evidenciable, ya sea al tacto, a la vista, por radiología, biopsia o por cualquier tipo de exploración… Uno de los ejemplos que más le impresionan es el de Georg Friedrich Händel, compositor barroco del siglo XVIII, que escribió más de 40 óperas. En un momento de su biografía, Händel escribe una obra religiosa: El Mesías. Analizando este cambio brusco en la producción del compositor, Gil descubrió que coincide con la aparición de la enfermedad. «Händel sufrió un ictus cerebral que le provocó la parálisis de medio cuerpo. Los médicos le deshauciaron. Lo cierto es que se recuperó por completo y todo el mundo achacó su curación a un milagro. Händel escribió entonces El Mesías, su obra cumbre, en agradecimiento a Dios».

Asimismo, en la pintura de Van Gogh hay un paralelismo estrecho entre la evolución de su patología, la epilepsia, con los motivos y colores de sus cuadros. «En la fase de mayor depresión creó la serie que se denomina la pintura negra, mientras que cuando se encontraba mejor pintó los cuadros más famosos y coloridos: Los Girasoles, Los Lirios». Otro ejemplo es el del director de cine Frank Capra, que sufría una cefalea en racimo. «Su descripción de la dolencia es la mejor de la Historia de la Medicina. Su obsesión durante las crisis fue acabar su última película, Un gangster para un milagro».

Gil destaca que las personas que están o se sienten enfermas pueden transformar el sufrimiento en algo positivo, buscando el afán de superación; así pone de ejemplo a Cervantes, quien a pesar de su diabetes y de haber estado encarcelado en Argel, escribió El Quijote.

«Mi predilecto es Mozart, un personaje singular que sólo vivió 35 años y produjo una obra gigantesca: 626 obras que abarcan todos los campos de la música. En los últimos meses sufrió una insuficiencia renal crónica, que fue la causa de su muerte, y le mantuvo lúcido hasta los últimos instantes. Su única preocupación final fue acabar el Requiem, su obra cumbre, aunque no lo consiguió».

Descargar