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El pecado de Bayona

El pecado de Bayona

Fernando Bayona ha pecado. Al fotógrafo linarense lo fustigan con improperios tras la clausura de la exposición Circus Christi en la Universidad de Granada. Mostrar un Cristo gay, una Virgen prostituta y un San José camello es una irreverencia que conlleva castigo. Su interpretación del Antiguo Testamento hay a quien ha molestado mucho. En Granada, una parte del público y colectivos pidieron a la Universidad el cierre de una muestra que, por otro lado, fue elaborada hace un año y fue expuesta sin problemas en otros espacios granadinos. No en Jaén. El autor que en la Universidad jiennense mostró su premiada “Once up a time” no contó, sin embargo, con apoyo para colgar unas imágenes que, cuanto menos, son subversivas.
Aunque Bayona asegura que no buscaba polémica, es evidente que cada composición de esta serie es, en si misma, una provocación creativa. La sensibilidad herida de algunos espectadores, sin embargo, ha degenerado en un movimiento posterior de lapidación del autor difícilmente compresible. A las justificadas críticas que su obra pueda suscitar se unen también mensajes intimidatorios, algunos también en su blog, coronados por amenazas de muerte, que ya están denunciadas. Con estos antecedentes, el propio autor y la Universidad decidieron clausurar una exposición en lo que supone un paso atrás en la libertad de expresión y de creación. ¿Quién decide lo que atenta contra mis sentimientos? ¿Quién pone el listón? Los caminos para mostrar el rechazo hacia una obra son variados y van desde la absoluta ignorancia a la combativa y razonada crítica. Miles de consagrados libros, películas, composiciones musicales, esculturas o cuadros no existirían si se hubiesen aceptado las presiones del momento. De hecho, como ejemplo de lo volátiles que son los gustos culturales contemporáneos, hay quien criticó en Reino Unido las «macabras y duras escenas» de una exposición, en la National Gallery de Londres, de grandes obras de la imaginería religiosa española.

Entre las críticas más incendiarias contra Bayona están las que piden al artista hacer otra serie con el profeta Mahoma para que corra, se supone, la suerte de Theo Van Gogh, director holandés asesinado por su película “Sumisión”, o del amenazado de por vida Salman Rushdie, por “Los versos satánicos”. Pura tolerancia. El radicalismo cavernario y peligroso que rechazamos en otras culturas, está también instalado en nuestra sociedad sólo está a la espera de su oportunidad.