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Gitano y juez, por ‘derecho’

GRANADA
Gitano y juez, por derecho
La trayectoria de un joven santaferino sirve de ejemplo para la lucha por la igualdad de razas y la tolerancia
SONIA PAVLICEVIC Y MARÍA RUIZ //FOTO: M. R. / SANTA FE

ESTUDIANDO. Los libros de Derecho absorben la vida de Juanjo para poder convertirse en juez.

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JUANJO Bustamante tiene 26 años y un sueño: convertirse en juez. Invierte doce horas al día en acercarse un poco a su pasión, sin importarle los sacrificios ni las cosas que va dejando por el camino. Ahora, sólo piensa en estudiar. Aunque parezca un opositor más, no lo es. Su meta, la de convertirse en juez, representa también en el deseo de cientos de conocidos, de su familia, de sus amigos, de sus vecinos de Santa Fe. Si lo consigue, será el primer gitano de España que ejerza de juez.

Será también el orgullo de toda la gente que le apoya, que sigue sus pasos. Un aliciente más para todas esas madres que se acercan a pedirle a Juanjo que anime a sus hijos, que les explique a los chicos gitanos que tienen un hueco en la Universidad. «Te convierten en un referente, en un ejemplo. Toda esta presión me supera a veces, pero también es un aliciente. Me quedo más con lo positivo que con lo negativo, con el apoyo de toda mi gente», subraya.

Combate la jornada de estudio con apoyo y vocación, con mucha vocación. «Cuando era pequeño no lo sabía, pero ya quería ser juez. Me ponía en la cocina con mi madre y al hacer la carne empanada cogía el almirez y decía: ¿Caso resuelto!», recuerda Juanjo. Reconoce que siempre fue «un buen estudiante», aunque en cada paso que ha dado ha tenido que demostrar que antes que gitano, es simplemente una persona.

Su generación es la primera de la familia Bustamante que llega a la universidad, aunque Juanjo se quita todo el mérito. «Somos una apuesta de nuestros padres. Mi generación es la que está avanzando, pero porque nuestros padres han sido los que nos han dado el impulso. Es como el legado que nos dejan», apunta el futuro juez.

«¿Y los deberes?»

Juanjo recoge ahora el fruto del esfuerzo de sus progenitores. «Cuando estaba en el colegio y llegaba a casa, después de comer, mis padres siempre me preguntaban por los deberes y me hacían sentarme a estudiar. Y eso ayuda mucho», asegura. Después del impulso inicial todo el mundo comienza a caminar solo, a dibujar su propio destino. Y Juanjo decidió que el esfuerzo le dejaría un poquito más cerca de alcanzar su sueño, el de impartir justicia.

Se puso a ello. Unas notazas, una beca del Ministerio de Justicia para Inglaterra y una carrera brillante. De la facultad de Granada se fue con dos cursos repletos de matrículas de honor, pero buscaba un cambio de ciudad y un cambio de vida. «Me fui a Madrid porque estudiar en la Complutense representaba un reto, te pedían mucha nota. Y así podía ver lo bueno y lo malo de vivir solo», recalca Juanjo.

Por la igualdad

Acabó la carrera y empezó a trabajar en la Fundación Secretariado General Gitano, que ayer presentó la primera campaña nacional de sensibilización con los gitanos. Desde esta fundación comenzó a luchar contra la marginación de su etnia con todas las leyes que había aprendido en la facultad. Y con las que aprendió en la calle. Ayer, vivió en primera persona la discriminación de la que sus padres le habían hablado. «Cuando te ven en la facultad o preparando las oposiciones no les extraña que intentes ser juez, sino que seas gitano. Y quiero que nos juzguen por lo que cada uno somos, no por lo que haga una persona cualquiera», resalta.

Juanjo no sabe bailar flamenco, balbucea calé y tiene tantos amigos payos como gitanos. «Rompo los tópicos, y lo malo de esos tópicos es que siempre quitan riqueza a nuestra cultura». Su mayor ídolo es el magistrado Emilio Calatayud, por su ecuanimidad y su cercanía a la gente. Su meta es aplicar la Ley con justicia e igualdad. Su filosofía de vida, el Derecho. Su destino, ser juez y su orgullo, ser gitano.

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