Las crónicas de Dickens
El profesor de la UGR Miguel Ángel Martínez-Cabeza traduce y publica los primeros textos del escritor inglés, inéditos en España, en ´Escenas de la vida de Londres por Boz´.
Del escritor Charles Dickens se conocen, sobre todo, sus grandes relatos como ´Oliver Twist´, ´David Copperfield´ o ´Grandes esperanzas´, historias con las que el autor inglés fue capaz de retratar como nadie la sociedad de su época. Pero antes el Dickens novelista se forjó en las páginas de los diarios, de periódicos como The Morning Chronicle o The Evening Chronicle en los que trabajó como periodista parlamentario y en los que bajo el pseudónimo de Boz publicó unos esbozos sobre la vida en Londres, a medio caballo entre la crónica periodística y el ensayo literario.
Estos esbozos, curiosamente, no habían sido publicadas en castellano hasta ahora que el profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada Miguel Ángel Martínez-Cabeza ha sacado a la luz el volumen ´Escenas de la vida de Londres por ´Boz´ (Abada Editores), edición que respeta los textos que el propio Dickens recopiló para conformar el volumen, que vio la luz en 1836, aunque la traducción de Martínez-Cabeza es a partir de una edición de 1868.
Dickens, explica el traductor, «entró por primera vez en la galería del Parlamento británico como periodista a los diecinueve años». El escritor en ciernes llegó a este trabajo de la mano de su padre, que ejercía también este oficio. Es en este ámbito en el que el autor de ´Oliver Twist´ comienza a escribir, al margen de sus crónicas parlamentarias, «gracias a las que fue tomando gran experiencia», otros textos que firma bajo el pseudónimo de Boz, «que procedía del apodo infantil con el que Charles llamaba a su hermano Augustus, ´Moses´, en honor a un personaje de la novela de Oliver Goldsmith ´El vicario de Wakefield´, que pronunciado por el pequeño de modo nasal sonaba algo así como ´Boz», señala Martínez-Cabeza.
En estos textos aparece «el Londres de los aprendices y oficinistas, de los juzgados y los periódicos, de las crónicas parlamentarias y las cenas benéficas, de los teatros, los jardines públicos y las licorerías», indica el editor. De su experiencia como cronista parlamentario Dickens «toma ideas para sus historias de ficción, como los juicios, lo absurdo del sistema legal con entresijos legales por los que, por ejemplo, los abogados se llevan al huerto a los herederos para quitarles las herencias y otras situaciones que más tarde el autor retomará con más humor». Y estos relatos, asegura, «se vendieron muy bien cuando los reunió en un volumen», ya que, aunque Dickens aún era prácticamente un perfecto desconocido, «sintonizaba muy bien con su época, es un narrador que tiene un punto de vista que no es tan sarcástico y sentimental como otros del momento y gusta mucho a la gente, sobre todo por su capacidad de detalle».
Las descripciones de Dickens son de tal realismo que, en muchas ocasiones, se incluye el habla de la calle, «lo que supone una dificultad notable para la traducción». El escritor inglés utilizaba en los textos el ´cockney´, una especie de dialecto londinense, «algo intraducible al castellano». Así, Martínez- Cabeza, para solucionar esta dificultad, ha optado por «salpicar de andalucismos o desviaciones de la norma».
Pero no todo son los textos en esta edición. Los grabados de Cruikshank, que se incluyen en el volumen, son de especial significación, y es que «fue un gran apoyo» para el escritor, entonces poco o nada conocido. «El ilustrador era el que le daba caché al escritor, hasta el punto que Dickens tenía que escribir lo que ilustraba Cruikshank, no al revés». Las ilustraciones son interesantes porque, señala Martínez-Cabeza, «en ellas se ven muchas cosas de la sociedad de entonces». El traductor destaca como «especialmente curioso, como crónica social» el que ilustra el esbozo ´Las casas de empeño´, «en el que se ve una parte abierta al público y una especie de cubículo en el que las personas más pudientes que habían venido a menos podían ir a empeñar sus cosas sin que nadie los viera».
Estos textos que por primera vez ahora, 150 años después, ven la luz en España, se editan continuamente en Inglaterra, asegura Martínez- Cabeza. «En España no se había tenido demasiado interés en ellos porque se trata de no ficción, pero sí podemos decir que se trata de los primeros textos literarios de Dickens»
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